«Los nazis me atemorizaron de ser judío, y los israelíes me hicieron avergonzar de ser judío.»[1]

Israel Shahak [2]

La medalla con la svástica y la estrella sionista en cada cara. En 1934, para conmemorar el viaje del barón Leopold Itz Edler von Mildenstein a Palestina, Goebbels mandó acuñar esta medalla. Del lado de la estrella decía en alemán: EIN NAZI FÄHRT NACH PALÄSTINA (Un nazi viaja a Palestina); y del lado de la svástica, UND ERZÄHLT DAVON IM ANGRIFF (Y se lo narra en el Angriff). Por esa misma época ya estaba en funcionamiento el Acuerdo Haavara entre el Gobierno del Tercer Reich y el Sionismo Laborista de Ben Gurion.

Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, y David Ben Gurion, jefe del laborismo sionista y de la organización terrorista Haganah

[1] Citado por Gilad Atzmon, The Wandering Who. A Study of Jewish Identity Politics. Alresford, Hants (UK): Zero Books – John Hunt Publishing, 2011, p. vii.

[2] Israel Shahak (1933-2001) nació en Varsovia, Polonia, hijo de padres judíos ortodoxos y sionistas. Tras sobrevivir al internamiento en los campos nazis de Poniatowo y Bergen-Pelsen, emigró a Palestina en 1948. Hasta su retiro, fue profesor de Química orgánica en la Universidad Hebrea de Jerusalén. A través de conferencias y artículos en los más prestigiosos diarios occidentales Shahak adquirió una notable presencia como intelectual enfrentado a la política expansionista israelí. Presidente desde 1970 de la Liga de Derechos Humanos y Cívicos, Shahak complementó la defensa práctica de los derechos de todos los habitantes, sin distinción alguna, en el Estado de Israel, con la investigación histórica y la reflexión sobre el judaísmo y el sionismo [Extractado del libro de Israel Shahak, El Estado de Israel armó las dictaduras en América Latina. Buenos Aires: Editorial Canaán, 2007]. Véase Israel Shahak, Open Secrets: Israeli Foreign and Nuclear Policies. London: Pluto Press, 1997; Israel Shahak y Norton Mezvinsky, Jewish Fundamentalism in Israel. London: Pluto Press, 1999.

lunes, 12 de marzo de 2012

INTRODUCCIÓN: NAZISMO Y SIONISMO: LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Cómo y dónde los sionistas aprendieron a matar judíos y palestinos


«Y si bien parece increíble, Hitler firmó un pacto millonario con los líderes sionistas, que resultó exitoso a partir de la colaboración entre ambas partes. Un dato que suena fantástico setenta años después, cuando lo que se nos enseñó —sobre la relación entre el sionismo y los nazis— fue que lo único que le interesaba a la dirigencia del Tercer Reich era matar a la mayor cantidad de judíos posible. Pero la historia nos muestra un acuerdo que se concretó, un pacto mediante el cual se sentaron las bases del Estado judío tal como lo reconocieron luego los dirigentes sionistas que trabajaron para fundar Israel. De este acuerdo, totalmente documentado y público, nadie habla. ¿Por qué razón?»[1]



[1] Abel Basti, Los secretos de Hitler: Los acuerdos de los nazis con los Estados Unidos y los sionistas, y los rastros en la Argentina del jefe del Tercer Reich. Buenos Aires: Sudamericana, 2011, p. 11.

domingo, 11 de marzo de 2012

Capítulo I - Pensamiento nazisionista

Las investigaciones que se han llevado a cabo en los últimos treinta años por especialistas y académicos como Lenni Brenner,[1]y últimamente por Andrea Giacobazzi,[2] han permitido trazar con bastante precisión las íntimas relaciones que existieron entre los jerarcas e ideólogos del sionismo con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini.
Lenni Brenner presentando su libro “51 documentos:
Colaboración sionista con los nazis” en 2002

El profesor Andrea Giacobazzi en una conferencia en
Teherán (República Islámica de Irán) a principios de octubre de 2011
He aquí un anticipo del material que se desarrolla en este espacio:

5. Chairm_Weizmann
Chaim Weizmann
«¿Quién dijo ante un auditorio en Berlín,en marzo de 1912, que “cada país puede absorber solamente un número limitado de judíos, si no quiere desórdenes en su estomago. Alemania ya tiene demasiado judíos[3]? No, no fue Adolf Hitler, sino Chaim Weizmann (1874-1952), futuro presidente de la Organización Sionista Mundial y futuro presidente del Estado de Israel.
¿Y dónde se puede encontrar la siguiente afirmación, acuñada originalmente en 1917 pero aún republicada en 1936?: “El judío es una caricatura de un ser humano normal, natural, tanto física como espiritualmente. Como individuo en sociedad se rebela contra todos los arneses de las obligaciones sociales, no conoce el orden ni la disciplina.”[4] No se publicó en el semanario nazi Der Stürmer,[5] sino en el órgano oficial de la organización juvenil sionista Hashomer Hatzair.[6] Como revelan estas declaraciones, el propio sionismo alentó y sacó partido del odio hacia los judíos de la diáspora. Partía de la base de que el antisemitismo era inevitable y, en cierto sentido, justificable mientras los judíos permanecieran lejos de la tierra de Israel».[7]6. Hashomer-hatzair-1925-lituania
Grupo de la Hashomer Hatzair en Lituania (1925)
En su charla con Balfour[8], en 1914, [Weizmann] fue aún más allá, confesándole que: “… también estamos de acuerdo con los antisemitas culturales, en tanto creemos que los alemanes de fe mosaica son un fenómeno indeseable, desmoralizante.”[9]
En 1934, Jabotinsky y su movimiento juvenil sionista revisionista habían hecho una alianza concreta con Il Duce, cuando al Betar le fue permitido cursar en la academia naval de Civitavecchia, un puerto del mar Tirreno que queda a 80 kilómetros al noroeste de Roma… «al mismo tiempo que los laboristas sionistas recibían como huésped en Palestina a Adolf Eichmann y ofrecían sus servicios de espionaje a las SS.»[10]

El investigador norteamericano Lenni Brenner habla de las relaciones entre el movimiento sionista y los fascismos de entreguerras.


Fragmentos de la entrevista a Andrea Giacobazzi al respecto de su libro:
El Eje Roma - Berlín - Tel Aviv 


[1] Lenni Brenner, historiador y escritor estadounidense. Nació en 1937 en el seno de una familia judía ortodoxa. De confesión marxista desde los 15 años (1952), fue un activista por la paz desde los primeros días de la guerra de Vietnam, hablando frecuentemente en mítines en el área de la Bahía de San Francisco (California). En 1968 fue cofundador de la Asociación Nacional por la Justicia en Irlanda. Brenner tiene una original respuesta para la calumnia que utilizan los sionistas contra todos los críticos judíos del sionismo. En el foro “Judíos contra el Sionismo”, en Londres el 18 de junio de 2003, dijo: “Los que me llaman un judío que se odia a sí mismo, debieran hablar con mis amigas. Todas me dicen que estoy enamorado de mí mismo.” Brenner es autor de 5 libros: “Zionism in the Age of the Dictators” (1983), “The Iron Wall: Zionist Revisionism from Jabotinsky to Shamir” (1984), “Jews in America Today” (1986), “The Lesser Evil: The Democratic Party” (1988), y “51 Documents: Zionist Collaboration with the Nazis” (2002).
[2] Andrea Giacobazzi nació en julio de1985. Se licenció en 2007 en Ciencia Política por la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. En 2009 se especializó en Ciencia Política y relaciones Internacionales en la misma universidad. Después ha asistido a la maestría universitaria “Enrico Mattei” en política del Cercano y Medio Oriente.Autor de “L’asse Roma-Berlino-Tel Aviv” —El Eje Roma-Berlín-Tel Aviv (2010),“Il Fez e la Kippah”(2011).
[3] Benyamin Matovu,“The Zionist Wish and the Nazi Deed”, Issuesof The American Council For Judaism. Marietta, GA., (Winter 1966/7), p. 9.
[4] «Our Shomer»“Weltanschauung”», Hashomer Hatzair (December 1936), p. 26.
[5] DerStürmer (‘El guardia de asalto’), periódico antisemita nazi, fundado y editado por Julius Streicher (1885-1946), en la ciudad de Nuremberg. Se publicó entre 1923 y 1945.
[6] Hashomer Hatzair (Los Jóvenes Centinelas): movimiento juvenil sionista de izquierda fundado en 1913 en Galitzia (por entonces Imperio Austro-Húngaro, hoy Polonia). Su principal mentor fue Dov Ber Borojov (1881-1917).
[7] Edward Mortimer, “A modo de introducción: Contradicción, colusión y controversia”, en Lenni Brenner, Sionismo y Fascismo: El sionismo en la época de los dictadores. Buenos Aires, Editorial Canaán, 2011, p. 13.
[8] Arthur James Balfour (1848-1930), primer ministro (1902-1905) y canciller (1916-1919) británico, coautor junto a Lionel Walter Rothschild (1868-1937) de la Declaración Balfour, publicada el 2 de noviembre de 1917, en la que el Reino Unido se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en el Mandato Británico de Palestina.
[9] Chaim Weizmann a Ahad Ha’am, en Leonard Stein (ed), The Letters and papers of Chaim Weizmann, Letters, vol. VII. London: Oxford University Press, 1975, p. 81. Citado en Lenni Brenner:2011, p. 70.
[10] Lenni Brenner:2011:, p. 287.

Capítulo II - Moses Hess, el primer sionista

7. Moses-HessEl primer sionista político no fue Theodor Herzl, sino Moses Hess,[1] un viejo amigo del joven Karl Marx. «Con Moses Hess se fundó la idea nacional judía sobre el concepto raza»,[2] señaló con precisión Edmund Silberner.[3] Que Hess fue el primer sionista lo afirma también Chaim Weizmann en su autobiografía.[4]
Moses Hess explica en su libro “Rom und Jerusalem” aparecido en 1862: «Hasta ahora toda la historia se ha basado en la lucha de razas y la lucha de clases. La lucha de razas es la primaria, la lucha de clases es secundaria.»[5]
«La raza judía es una de las razas primarias del género humano, una raza que ha conservado su integridad, a pesar de su continuo cambio medioambiental, y el tipo judío ha conservado su pureza a través de los siglos.»[6]
«… los judíos de ambos sexos se esforzaron, inútilmente, por obliterar su ascendencia mediante la conversión o el matrimonio con razas indogermánicas y mongolas, y fue inútil porque el tipo racial judío es indestructible.» [7]
«Nosotros siempre seremos extraños entre las naciones.»[8]
«… hombre como Montefiore, Albert Cohn, Rothschild, Fould, y otros. Estos hombres son príncipes judíos como el pueblo judío no ha tenido desde la dispersión. Éstos deberían organizar una Sociedad para la colonización de Palestina... Un gran número de los judíos ricos y respetados de todas las partes del mundo, sin duda, se unirá a ellos.»[9]
Houston Stewart Chamberlain
Arthur de Gobineau
Décadas después, esta lectura de la historia será corroborada por los nazis. No hay diferencias entre Moses Hess, Joseph Arthur de Gobineau[10] y Houston Stewart Chamberlain.[11] Los tres pensadores en su visión eurocéntrica coinciden sobre las diferencias de las razas y el poder del pueblo elegido y los superhombres. Otro filósofo alemán contemporáneo, Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900), predicará sobre el advenimiento del superhombre (übermensch).[12] Todos ellos, incluido Herzl, heredaron el aristocratismo, racismo y misoginia de Schopenhauer.[13]
Ya en 1862, Moses Hess había sido el primero en acuñar el concepto “nacionalsocialismo”, abreviado a “nazismo”, y que él quería para el nacionalismo judío.[14]

[1] Moses Hess, originalmente Moritz Hess (1812-1875), filósofo alemán judío, llamado “el rabino rojo”. Uno de los fundadores del Sionismo laborista. Fue colaborador de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895). Inspirado en el Risorgimento italiano, escribió “Roma y Jerusalén: La última cuestión nacional” (1861).
[2] Edmund Silberner: Western European Socialism and the Jewish Problem, 1800-1918: A Selective Bibliography. Jerusalem: Hebrew University, Eliezer Kaplan School of Economics and Social Science, 1955, p. 12.
[3] Edmund Silberner (1910-1985), historiador y profesor polaco de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
[4] Chaim Weizmann, Trial and Error: The Autobiography of Chaim Weizmann. Westport, CT: Greenwood Publisihin Group, 1972, p. 23.
[5] Moses Hess, Rome and Jerusalem: A Study in Jewish Nationalism. Translator: Meyer Waxman. Whitefish, MT: Kessinger Publishing, 2005, p. 226.
[6] Moses Hess:2005, p. 59.
[7] Moses Hess:2005, p. 61.
[8] Moses Hess:2005, p. 74.
[9] Moses Hess:2005, p. 178.
[10] Joseph Arthur de Gobineau (1816-1882), diplomático y filósofo nacido en el seno de una familia de la aristocracia francesa. Su obra más famosa es el Essai sur l’inégalité des races humaines (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas), publicado entre 1853-1855, en la que afirma que la raza de los germanos, que habita en Gran Bretaña, Francia y Bélgica, es la única raza pura de entre aquellas que proceden de la raza superior de los arios, por estar las demás más mezcladas con las razas «negra» y «amarilla». Está considerada como la obra inicial de la filosofía racista y tuvo gran influencia sobre Wagner, quien se hizo amigo personal de Gobineau, así como en Hitler y la ideología nazi Véase Joaquín Bochaca, Jorge Mota, Antonio Medrano y otros, Hitler y sus filósofos: (Schopenhauer, Nietzsche, Wagner, Gobineau, Chamberlain, Spengler, Rosenberg). Barcelona: Ediciones Titania, 2009.
[11] Houston Stewart Chamberlain (1855-1927), pensador británico, nacionalizado alemán, conocido por sus teorías racistas y germanistas. Se casó con Eva Wagner (1867-1942), la hija más joven de Richard Wagner. Hitler y Goebbels lo visitaron en su lecho antes de su muerte.
[12] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra. Madrid: Alianza Editorial, 2006, pp. 36 y 37.
[13] Arthur Schopenhauer (1788-1860), filósofo alemán. fue uno de los primeros que propusieron la teoría de un modelo jerárquico racial de la historia, atribuyendo la primacía de la civilización a las “razas blancas”, que aumentaron su sensibilidad e inteligencia, según él, por el refinamiento en el riguroso clima del norte de Europa. «La más alta civilización y cultura, además de la de los antiguos indostanos y egipcios, se encuentra exclusivamente entre las razas blancas.» (A. Schopenhauer, Parerga and Paralipomena, Volume II, Section 92). Sobre el Judaísmo dice: «Mientras que todas las otras religiones tratar de explicar a la gente a través de símbolos el significado metafísico de la vida, la religión de los judíos es totalmente inmanente [es decir, no transcendente] y proporciona nada más que un simple grito de guerra en la lucha con otras naciones.» (A. Schopenhauer, "Fragments for the history of philosophy", Parerga and Paralipomena, Volume I).
Hans Frank (1900-1946), abogado personal de Hitler, declaró que el líder del Tercer Reich llevaba una copia del libro de Schopenhauer Die Welt als Wille und Vorstellung (“El mundo como voluntad y representación”) con él dondequiera que iba durante la Primera Guerra Mundial.
[14] Shlomo Avineri, The Making of Modern Zionism: The Intellectual Origins of the Jewish State. New York: Basic Books, 1981; Chapter 3: “Moses Hess: Socialism and Nationalism as a Critique of Bourgeois Society”, pp. 36-46.

Capítulo III - Marx y Engels, dos racistas decimonónicos


Engels y Marx

Lo que la mayoría de la gente no sabe (incluidos los marxistas) es que Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), filósofos y sociólogos alemanes de origen judío, amigos íntimos de su compatriota, el sionista Moses Hess, eran racistas y proimperialistas. Por ejemplo, su eurocentrismo no le permitía apreciar en absoluto a los mexicanos. Respecto a la anexión de California después de la intervención norteamericana en el país azteca entre 1846-1848, donde los mexicanos perdieron definitivamente el 55% de su territorio, Marx y Engels escribieron en una editorial: “Sin violencia, nada se logra en la historia”. Luego comentaron: «¿Y le reprochará Bakunin a los norteamericanos una “guerra de conquista”, que por cierto propina un rudo golpe a su teoría basada en “la justicia y la humanidad”, pero que fue llevada a cabo única y exclusivamente en beneficio de la civilización? ¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?; ¿lo es que los enérgicos yanquis, mediante la rápida explotación de las minas de oro que existen allí, aumenten los medios de circulación, concentren en la costa más apropiada del Océano Pacífico, en pocos años, una densa población y un activo comercio, creen grandes ciudades, establezcan líneas de barcos a vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y por tercera vez en la historia impriman una nueva orientación al comercio mundial? La “independencia” de algunos españoles de California y Texas sufrirá con ello, tal vez; la “justicia” y otros principios morales quizá sean vulnerados aquí y allá, ¿pero qué importa esto frente a tales hechos históricos-universales?»[1]
Este análisis que favorece abiertamente el expansionismo de “los más emprendedores e industrializados” no sólo es una alabanza a los principios del capitalismo sino es un pensamiento eminentemente racista y opresor que constituye un mentís a toda la cháchara marxista.
Engels, co-autor con Marx del ‘Manifiesto del Partido Comunista’, agregó, «En Norteamérica hemos sido testigos de la conquista de México y nos hemos alegrado. Es por el interés de su propio desarrollo que México debe estar bajo la tutela de los Estados Unidos.» Muchas de estas ideas desembozadas de Marx pueden encontrarse en el libro escrito por el ex comunista estadounidense Nathaniel Weyl (1910-2005), intitulado “Karl Marx, racista”.[2]
Mapa de los EE.UU. donde puede verse las adquisiciones territoriales entre 1783 y 1917
En una carta de julio 1862 a Engels, en referencia a su rival socialista político, Ferdinand Lassalle (1825-1864), Marx escribió: «Ahora está completamente claro para mí que él, como queda demostrado por su cráneo y su pelo, desciende de los negros de Egipto, en el supuesto de que su madre o su abuela no se mezclaran con un negro. Ahora bien, esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La impertinencia del personaje es también negra.»
Engels compartió gran parte de la filosofía racial de Marx.
En 1887, Paul Lafargue (1842-1911), el yerno de Marx casado con su hija Laura Marx (1845-1911), era candidato a concejal en un distrito parisino que contaba con un parque zoológico. Engels afirmaba que Paul tenía “un octavo o un doceavo de sangre negra”. En una carta de abril 1887 a Laura, la esposa de Paul, Engels escribió: «Hallándose en su calidad de negro, un grado más próximo al resto del reino animal que el resto de nosotros, él es sin duda el representante más adecuado para ese distrito.»
Marx y Engels compartieron una creencia extendida en toda la historia de la humanidad hasta nuestros días: la creencia de que algunas personas están dotadas de una sabiduría e inteligencia superior, y que ellos han sido ordenados para imponer por la fuerza esa sabiduría a las masas.


[1] K. Marx, “El paneslavismo democrático”, Neue Rheinische Zeitung Nº 222, Colonia (Köln), 14 de febrero de 1849.
[2] Nathaniel Weyl, Karl Marx, Racist. New Rochelle, NY: Arlington House, 1979.

sábado, 10 de marzo de 2012

Capítulo IV - La concepción racista del sionismo

Nathan Birnbaum
«Nathan Birnbaum,[1] quizá el primer intelectual sionista —él fue quien acuñó el término “sionismo” en 1890—, recogió el razonamiento donde Hess lo había dejado:
“No se puede explicar una particular distinción mental y emocional de un pueblo si no es por medio de las ciencias naturales. “La raza lo es todo”, dijo nuestro gran compatriota lord Beaconsfield [Benjamin Disraeli].[2] La singularidad del pueblo procede de la singularidad de la raza. La variedad de razas explica la gran diversidad de naciones. La diferencia entre las razas es la razón por la que el alemán o el eslavo piensa de manera diferente al judío. Esta diferencia es la que explica por qué los alemanes crearon el ‘Cantar de los Nibelungos’ y los judíos la Biblia.”[3]
Para Birnbaum, ni el lenguaje ni la cultura, sino solamente la biología, podían explicar el ascenso de las naciones; de otra forma no se podía explicar la existencia de la nación judía cuya progenie estaba inmersa en diversas culturas nacionales y hablaban diferentes lenguas. […] Cuando en 1899 Houston Stewart Chamberlain publicó su famosa obra racista The Foundation of the Nineteenth Century,[4] Birnbaum se mostró comprensivo con ella, rechazando solamente la errónea posición antisemita del pensador británico. Los judíos no eran una “raza bastarda” como sostenía Chamberlain; realmente habían conservado su linaje casándose solamente entre ellos y, además, eran una parte integral de la raza blanca.»[5]
Max Nardau
Una relación aparece desde el principio entre en sionismo y el nazismo, que después se van a desarrollar ideológica y políticamente. El sucesor de Theodor Herzl en la Organización Sionista Mundial el escritor Max Nordau,[6] a pesar de estar casado con una mujer cristiana y haber bautizado a sus hijos era un marcado sionista racista. 











Edouard Drumont y la primera plana de «La Libre Parole»
En una entrevista concedida a Édouard Drumont [7], editor y director del periódico rabiosamente antisemita “La Libre Parole” de París, Nordau manifestó: “El sionismo no es una cuestión de religión sino exclusivamente de raza, y no hay nadie con quien yo esté en mayor acuerdo en este punto que el señor Drumont.”[8]
Los sionistas, a diferencia de la mayoría de judíos emancipados o asimilados, aceptaban la idea racista de que los judíos son un pueblo que estaba en países extraños entre gentes extrañas con las que no se podían asimilar. El único país para los judíos era el de sus “antepasados”, Palestina. Aquí, los sionistas estaban totalmente de acuerdo con los antisemitas. Los sionistas estaban también de acuerdo con los antisemitas en que la mezcla de razas y los matrimonios mixtos eran malignos, no sólo en el plano religioso y cultural, sino por la mezcla de sangre, la raza debía conservarse pura.
A seis años de haber finalizado la segunda guerra mundial, el historiador judío Bruno Blau se atrevió a escribir estas líneas en una revista mensual política alemana: «Por muy extraño que parezca, el Estado de Israel tiene una deuda de gratitud por los doce años que duró el “milenario Reich” de Hitler, porque sin el potencial antisemita de los nazis nunca las Naciones Unidas habrían decidido su apoyo para un estado judío en la Palestina árabe.»[9]
Benjamin Disraeli
«Como se ha señalado, Disraeli fue probablemente el más influyente en la difusión de ciertas nociones generales acerca de la raza judía que cualquiera de los teóricos de la raza descritos en las secciones anteriores. [...] Antes de Gobineau, Disraeli afirmó que las civilizaciones declinan debido a la mezcla de razas, y como Gobineau, creía en razas superiores e inferiores. Despreciaba lo que calificó de “ esa perniciosa doctrina de los tiempos modernos, la igualdad natural del hombre.”[10] […] El escritor francés judío Julien Benda[11] informó que entre sus conocidos judíos a finales del siglo “había algunos magnates, financieros y no hombres de letras, en los que la creencia en la superioridad de su raza y en la sujeción natural de los no pertenecen a ella, era visiblemente soberana.[12] Del mismo modo, una serie de políticos judíos de izquierda en Francia albergaba un sentido de su particular valor o destino como judíos para ser líderes políticos, a lo que consideraban como su “derecho a gobernar”.»[13] Disraeli afirma este apotegma: “Todo es raza —dice su superhombre Sidonia — no hay otra verdad.»[14]
Julien Benda
«La resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de noviembre de 1975 por 72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones, equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial. “… la paz y la cooperación internacionales exigen el logro de [...] la eliminación del colonialismo y el neocolonialismo, [...] del sionismo, del apartheid y de la discriminación racial en todas sus formas.”»[15]


[1] Nathan Birnbaum (1864-1937), filósofo judío de nacionalidad austríaca; sus padres provenían de Galitzia (hoy Polonia) y Hungría. En 1885 fundó y editó el primer diario nacionalista judío en alemán, Selbstemanzipation (Autoemancipación), donde acuñó el término “sionismo” en 1890. Siete años más tarde fue oficialmente adoptado por el Primer Congreso Sionista. El nombre proviene de Sión, antiguo nombre hebreo de la colina más oriental de la ciudad de Jerusalén, que se encuentra entre los valles de Kidron y Tiropeón, conocida como el monte del Templo. Desde el año 691 a.C. se encuentra allí el Haram ash-Sharif (“el venerable santuario”), lugar sagrado del Islam que contiene numerosos edificios, como el Domo de la Roca y la Mezquita al-Aqsa (“la lejana”).
[2] Benjamin Disraeli, conde de Beaconsfield (1804-1881), escritor y primer ministro británico (1868 y 1874-1880), nacido en Londres el 21 de diciembre de 1804. Era hijo de Isaac D’Israeli (1766-1848), un hombre de letras inglés, hijo de Benjamin D’Israeli, un comerciante italiano de origen judío que viajó desde Toscana a Inglaterra en 1748. Disraeli avaló personalmente un préstamo de 4 millones de libras en 1875 destinado a comprar para el gobierno británico las acciones del Canal de Suez, en poder del jedive de Egipto, con el fin de proteger la conexión principal con las colonias. Fue aún más lejos en su política imperial al crear el título de emperatriz de la India para la reina Victoria en 1876. Ésta le recompensó concediéndole el título de conde de Beaconsfield en ese mismo año, en reconocimiento a sus servicios. «la toma de Chipre por los ingleses fue un gran éxito del primer ministro Disraeli, quien había proclamado que el que quiera dominar Asia debe tener a Chipre en su poder. Él ofreció Chipre a la reina Victoria como regalo para la promoción de las pretensiones imperialistas del Imperio Británico» (Constantino Spyridakis, Alejandro Zorbas y Nikiforos Nicolaides, Breve historia de Chipre y los últimos 30 años, 1968-1998. Santiago: Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, 1999, p. 148). La reina, como premio a tan calificados servicios a la corona, le ofreció la concesión de un ducado como recompensa.
[3] De “Nationalism and Language”, un artículo escrito en 1886, citado por Joachim Doron en The Zionist Thinking of Nathan Birnbaum, Jerusalén, The Zionist Library, 1988 (en henreo), p. 177.
[4] Houston Stewart Chamberlain, The Foundations of the Nineteenth Century. A translation from the German by John Lees, with an introduction by Lord Redesdale. London and New York: John Lane, 1911. Esta obra, publicada originalmente en alemán como “Die Grundlagen des neunzehnten Jahrhunderts” [Los cimientos del siglo XIX], sería de vital importancia en la ideología del nazismo en Alemania y el fascismo en Italia.
[5] Shlomo Sand, La invención del pueblo judío. Madrid: Ediciones Akal, 2011, pp. 276-277.
[6] Max Simon Nordau (1849-1923), nacido Simon Maximilian Südfeld en Pest (Hungría), fue un líder sionista y médico. En 1903, el gobierno británico le propuso a Herzl Uganda, en realidad una parte de Kenya, en África, como “Tierra Prometida de alternativa”. Herzl, apoyado por Max Nordau, presentó esta proposición ante el VI Congreso Sionista en agosto de 1903. Se produjo un escándalo: 295 delegados votaron a favor, pero 177 lo hicieron en contra y abandonaron la sala del Congreso. Herzl no tuvo más remedio que dar marcha atrás, declarar que aquello sólo era una etapa y que la meta final no podía ser otra que Palestina. Seis meses después de aquella crisis, en París, un sionista ruso “antiugandista”, Chaim Selig Luban, disparaba una bala de revólver contra “Nordau, el ugandés”. El atentado fracasó. «En 1904 muere Herzl, y al año siguiente, durante el séptimo congreso, se abandona definitivamente el programa “Uganda”.» (Isidro González García, El retorno de los judíos. Madrid: Editorial Nerea, 1991, p. 51).
[7] Édouard Drumont (1844-1917) fue un periodista y escritor católico, antisemita, antimasónico y nacionalista francés. En 1890, Drumont fundó la Liga Nacional Antisemita de Francia. Para amplificar su campaña, lanza el 20 de abril de 1892 ‘La Libre Parole’ (La Palabra Libre), publicación que tiene como subtítulo: “Francia para los franceses”. En sus artículos declara que el sistema político-financiero está de modo casi íntegro en manos de los judíos. Por ejemplo decía: “Los judíos entran pobres en un país rico y salen ricos en un país empobrecido.”; “Las inmensas fortunas judías, las casas de campo, los hoteles judíos, no son fruto de ningún sudor efectivo, ni de producción alguna; son solamente la prelibación de una raza dominadora sobre una raza avasallada. Es cierto, por ejemplo, que la familia de los Rothschild, que como todo el mundo sabe, posee tres mil millones, solo por parte de Francia, no los tenía cuando se presentó entre nosotros. Ella no hizo invento alguno, ni descubrió minas, no ha trabajado tierras, luego ha sacado de los franceses estos tres mil millones sin darles nada a cambio.”
[8] La Libre Parole, París, 21 de diciembre de 1903. Citado por Lenni Brenner:2011, p. 46.
[9] Bruno Blau, “Der Staat Israel im Werden” [El Estado de Israel en formación], Frankfurter Hefte, diciembre 1951.
[10] Paul Johnson, La historia de los judíos. Buenos Aires: Javier Vergara Editor, 1991, p. 329.
[11] Julien Benda (1867-1956), filósofo y escritor francés, partidario del intelecto comprometido y del racionalismo. A Benda ahora se lo recuerda sobre todo por su breve libro de 1927 “La trahison des Clercs”, una obra de cierta notoriedad en su día. El título de la traducción al inglés fue The Betrayal of the Intellectuals (‘La traición de los intelectuales’), si bien “La traición de los doctos” habría sido más exacta. Este ensayo polémico argumentó que los intelectuales franceses y alemanes en los siglos XIX y XX habían perdido a menudo la capacidad de razonar desapasionadamente acerca de los asuntos políticos y militares, y se convirtieron en apologistas del nacionalismo vulgar, guerrerista y el racismo. Benda reservó sus críticas más duras para sus colegas franceses Charles Maurras (1868-1952) y Maurice Barrès (1862-1923).
[12] Julien Benda, La jeunesse d’un clerc. Paris: Gallimard, 1936, p. 210. Citado en Stephen Wilson, Ideology and Experience: Anti-Semitism in France at the Time of the Dreyfus Affair. New York: The Littman Library of Jewish Civilization, 1982, p. 410.
[13] Albert S. Lindemann, Esau’s Tears: Modern Anti-Semitism and the Rise of the Jews. Cambridge: Cambridge University Press, 2000, pp. 90-91.
[14] Paul Johnson:1991, p. 329. Véase Simone Beate Borgstede, “All is Race”: Benjamin Disraeli on Race, Nation and Empire. Wien und Berlin: Lit Verlag, 2011.
[15] Véase “Resolución 3379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas”: http://es.wikipedia.org/wiki/Resoluci%C3%B3n_3379_de_la_Asamblea_General_de_las_Naciones_Unidas Luego de haberse instituido el llamado “Nuevo Orden Internacional”, bajo la presión de EE.UU. y su lobby sionista, la resolución 46/86 de la Asamblea General de la ONU revocó la determinación que figuraba en la resolución 3379 del 10 de diciembre de 1975, la cual, a pesar de que era sólo de carácter declarativo y no vinculante, significaba una dura condena al sionismo al considerarlo tan racista como el apartheid, además de abogar por su eliminación. Carece de considerandos y es una de las más cortas de la historia de las Naciones Unidas. Resultó aprobada el 16 de diciembre de 1991 con un total de 111 votos a favor, 25 en contra y 13 abstenciones. 

Capítulo V - Oposición judía al sionismo


Desde el mismo momento del surgimiento del movimiento sionista nació un virulento conflicto entre los principios del judaísmo y el nacionalismo del sionismo político. Contra la lectura tribal de la Biblia, que ha servido para disfrazar de pretextos religiosos el nacionalismo y el colonialismo del sionismo político de Theodor Herzl, y, más tarde, del Estado de Israel, se han levantado los judíos que veía en esta empresa política una maniobra para usufructuar la tradición de la fe judía.
Rufus Learsi [1] resume la primera reacción de las organizaciones judías europeas al mensaje de Herzl: «Las importantes organizaciones judías europeas de Europa Occidental —la Alianza Israelita Universal de Francia, su rama austríaca, la Israelitische Allianz, la Asociación para la Colonización Judía de Londres— se opusieron... Los Macabeos, una sociedad de intelectuales judíos de Londres, escucharon a Herzl cortésmente, pero con frialdad». Mientras que ciertos rabinos ortodoxos manifestaban su oposición, «los que se oponían con mayor ardor eran los rabinos reformados todos ellos... Los judíos —afirmaban— no son una nación y no deben tratar de serlo»[2].
Rabí Isaac Wise
En el momento mismo en que era fundado el sionismo político en el Congreso de Basilea, en 1897, la Conferencia de Montreal, el mismo año, a propuesta del Rabí Isaac Meyer Wise [3], la personalidad judía más representativa de las Américas a la sazón, votaba esta moción, que marcaba la oposición radical entre las dos lecturas, tribal o universalista, de la Biblia: «Desaprobamos totalmente toda iniciativa tendente a la creación de un Estado judío. Intentos de este género ponen de relieve una concepción errónea de la misión de Israel que, de un campo político y nacional estricto, ha sido ampliada para la promoción, en la humanidad entera, de la religión liberal y universalista que los profetas judíos fueron los primeros en proclamar... Nosotros afirmamos que el objetivo del judaísmo no es ni político ni nacional, sino espiritual, y que se encarga de acrecentar la paz, la justicia y amor a los hombres. Aspira a una época mesiánica en la que todos los hombres reconozcan pertenecer a una sola y grande comunidad para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra.»[4]
También en 1897, L’Univers Israelite, principal órgano comunitario judío de Francia, daba cuenta del eventual impacto del proyecto sionista sobre la población palestina y planteaba cuestiones desasosegantes: «Herzl ha olvidado decirnos qué pensaba hacer con la población árabe de Palestina: ¿deberá retirarse ante la marea de recién llegados? ...o, al contrario, ¿será autorizada a permanecer en sus hogares? ...¿se la considerará como extranjera en el país donde ha nacido? Pero entonces la despojaréis de su nacionalidad y la condenaréis a la intolerable suerte de la que queréis librar a los judíos de algunos países de Europa. Si, por el contrario, decidís, como es justo, que no haya ninguna diferencia de trato entre los antiguos y los nuevos habitantes... no habréis fundado un Estado judío.»[5].
Igualmente, los sabios judíos de Europa Oriental se opusieron firmemente a los intentos sionistas de secularizar el Judaísmo. Uno de sus mayores representantes, Zadok de Lublin,[6] cuando hizo un viaje a Palestina, escribió estas líneas que no dejan lugar para las dudas de su profundo sentimiento antisionista: «Jerusalén es la más excelsa de las cumbres y hacia ellas se dirigen los corazones de Israel... Pero temo que mi viaje y ascenso a Jerusalén puedan parecer un gesto de de aprobación de la actividad sionista. Ansío la presencia del Señor, mi alma ansía Su palabra, y que llegue el Día de la Redención. Espero y me mantengo atento a la aparición de Sus pies ungidos. Pero aunque trescientos azotes de hierro me aflijan, no me apartaré de mi lugar. No ascenderé para beneficio de los sionistas.»[7]
Rabí Sonnenfeld
«Hay gran desaliento en Tierra Santa —escribe el rabino Joseph Chaim Sonnenfeld (1848-1932)—, porque estos hombres perversos que niegan al Único del mundo y su sagrada Torah han proclamado con mucha publicidad que está a su alcance apresurar la redención del pueblo de Israel y reunir a los dispersos que están en todos los rincones de la tierra.». Cuando Theodor Herzl entró en Palestina en 1898, agregó: «el mal entró con él, y aún no sabemos lo que tenemos que hacer contra los destructores de la totalidad de Israel, el Señor nos asista»[8]. «El rabino Sonnenfeld habitualmente se refería a los sionistas como hombres perversos y rufianes.»[9]





Mucha gente cree que el sionismo es un fenómeno unicamente judío. Sin embargo, la ideología sionista casi se extendió antes entre cristianos que entre judíos. Hoy en día, existen millones de cristianos sionistas, sobretodo en EEUU (país de gran fervor religioso, donde abundan las sectas) aunque también en Latinoamérica. Estos cristianos Evangélicos son más fanáticos pro-israel que muchos judíos. En este video nos proponemos analizar el poder del lobby sionista cristiano en la actualidad, y repasar la historia de este movimiento, y su relación con la reforma protestante, el colonialismo del siglo XIX y el expansionismo norteamericano. 


[1] Rufus Learsi era el seudónimo de Israel Goldberg (1887-1964), historiador estadounidense judío.
[2] Rufus Learsi, Israel: A History of the Jewish People. Cleveland: World Publishing Co., 1966, pp. 521-522.
[3] Isaac Meyer Wise (1819-1900) nació en Steingrub, Bohemia. Fue rabí en Radnice (1844-46). En 1846 emigró a los EE.UU. donde fue rabí de la congregaciones de Albany, Nueva York, (1846-54) y Cincinatti, Ohio, (1854-1900). Fue jefe del reformismo judío y de la adaptación de las costumbres judías a los modos norteamericanos. Fundó la Union of American Hebrew Congregation «Unión de las Congregaciones Hebreas Americanas» (1873), y el Hebrew Union College «Colegio de la Unión Hebraica» (1875), organizaciones de las que fue su presidente (1875-1900). Fue el editor de los diarios American Israelite y Die Deborah, y escribió el libro de plegarias Minbag America (1857). Sobre su biografía, véase Israel Knox, Rabbin in America: The Story of Isaac Wise. Boston: Ed. Little, Brown and Co., 1957.
[4] Confederación Central de los rabinos norteamericanos. Yearbook, V, II, 1897, p. 12.
[5] Michel Abitbol, Les deux terres promises: Les Juifs, la France et le sionisme, 1897-1945. Paris: Olivier Orban, 1989, pp. 40-41.
[6] Zadok HaKohen Rabinowitz (1823-1900) fue un rabino de Lublin (Polonia) del movimiento jasídico (pietista-místico).
[7] Citado en Jerahmeel Israel Isaac Domb, Transformations: The Case of the Neturei Karta. London: Hamadfis, 1958, pp. 192-195.
[8] Alan R. Taylor, “Zionism and Jewish History.”, Journal of Palestine Studies. Vol. 1, p. 42.
[9] Walter Laqueur, A History of Zionism. London: I. B. Tauris, 2003, p. 410. 

Capítulo VI - El asesinato de un rabino por la Haganah


El rabino de origen holandés Jacob Israel de Haan[1] alentaba a los árabes palestinos a oponerse a la empresa sionista. El martes 1 de julio de 1924 fue asesinado por dos agentes sionistas, Avraham Tahomi[2] y Avraham Krichevski-Giora (m. 1942) cerca del hospital Shaarei Zedek en Jerusalén tras las plegarias de la tarde.[3] Ese fue el primer crimen político cometido por los sionistas contra un judío en Palestina. Según Henriette Boas,[4] en la ‘Enciclopedia Judaica’, el atentado fue perpetrado por orden del Alto Comando de la Haganah.
El Rabí Jacob Israel de Haan, vistiendo ropas árabes en solidaridad con los palestinos oprimidos por los sionistas, en una foto de 1923
Sesenta años más tarde, en 1983, después de que dos periodistas, Shlomo Nakdimon y Shaul Mayzlish, hubiesen tenido éxito en localizar su paradero, Tahomi admitió voluntariamente su crimen en una entrevista para la televisión israelí y declaró abierta e impunemente: “Hice lo que la Haganá decidió que había que hacer y nada se hizo sin la orden de Yitzhak Ben-Zvi.[5] No me arrepiento porque él [De Haan] quería destruir nuestra idea del sionismo.»[6] ¿Se tendrá que esperar sesenta o más años para escuchar la autoconfesión de los crímenes sionistas de nuestros días?
El terrorista Avraham Tahomi hacia 1929
Yitzhak Ben Zvi

[1] Jacob Israel de Haan fue un rabino y poeta holandés nacido en 1881 en el seno de familia ortodoxa (su padre era “jazán”, cantor de la Torah). Se casó en 1907 con médica no-judía. Luego de abrazar el sionismo, fue militante del grupo “Mizraji”. En 1918 y se estableció en Palestina. Allí se desilusiona del sionismo y se une al consejo del rabino Joseph Chaim Sonnefeld del que será su vocero. Maás de cinco mil judíos ortodoxos formaron parte de la procesión que llevó sus restos para ser inhumados en el cementerio judío del Monte de los Olivos.
[2] Avraham Zilberg (Tahomi) nació en 1903 en Odesa (en tonces Imperio Ruso, hoy Ucrania). Emigró a Palestina y se unió al Haganah. En 1925, luego de su asesinato del rabino De Haan, fue promovido como comandante en el escalafón de la organización terrorista. En 1931 cambió de banda y se pasó al Irgún (allí será conocido como ‘Guideón’). En 1937 volvió a la Haganah. En sus últimos años vivió en Hong-Kong y Estados Unidos. Murió en Los Ángeles (California).
[4] Henriette Boas (1911-2001), académica y periodista holandesa.

[5] Yitzhak Ben-Zvi (1884-1963), íntimo amigo de Ben Gurion, uno de los jefes de la Haganah y segundo presidente de

Israel (1952-1963).

[6] Shelomoh Naḳdimon y Shaul Mayzlish, (en hebreo) De Haan: ha-retsah ha-politi ha-rishon be-Erets Yisrael / De Haan: The first political assassination in Israel (1st Edition ed.). Tel Aviv: Modan Press, 1985, p. 21. 

Capítulo VII - Ahad Ha’am, el primer sionista crítico del sionismo


Ahad Ha’am (Asher Ginsberg)
Ahad Ha’am[1] hizo su primer viaje a Palestina en 1891. El viaje fue motivado por la preocupación de que los miembros en Jaffa de B’nai Moshe estaban haciendo un mal manejo de la compra de tierras para los inmigrantes y contribuían al alza de precios de dichas tierra. Su reputación como gran crítico interno del sionismo tiene sus raíces en el ensayo “Una verdad desde Eretz Israel”, publicado en forma de panfleto poco después de su visita en 1891 (este ensayo se puede encontrar en Kol Kitve Ahad Ha’am, The Jerusalem Publishing House, 1953)
Perturbado por lo que vio en 1891, Ahad Ha’am escribió acerca de las percepciones externas de Palestina:
«Nosotros, los que vivimos en el extranjero estamos acostumbrados a creer que casi toda Eretz Israel es ahora un desierto deshabitado y el que quiera puede comprar tierra donde le plazca. Pero esto no es verdad. Es muy difícil de encontrar en la tierra [ha’aretz] campos cultivados que no se utilicen para la siembra. Sólo las dunas de arena o las montañas pedregosas que requieren la inversión de trabajo duro y un gran costo para que sean buenas para la siembra permanecen sin cultivar y eso es porque los árabes no les gusta trabajar mucho en el presente para un futuro lejano. Por lo tanto, es muy difícil encontrar buena tierra para el ganado. Y no sólo los campesinos, sino también los ricos terratenientes, acostumbran a no vender la buena tierra con facilidad.»[2]
Luego sigue, «Nosotros, los que vivimos en el extranjero estamos acostumbrados a creer que los árabes son todos pueblos salvajes del desierto que, como los burros, no pueden ni ver ni entender lo que está sucediendo a su alrededor. Pero esto es un grave error. El árabe, como todos los semitas, es inteligente y astuto. Todos los municipios de Siria y Eretz Israel están repletos de comerciantes árabes que saben cómo explotar a las masas y hacer un seguimiento de todas las personas capaces para los negocios, lo mismo que en Europa. Los árabes, en especial la elite urbana, ven y entienden lo que estamos haciendo y lo que queremos hacer con la tierra, pero callan y fingen no darse cuenta de nada. Por ahora, no tienen en cuenta nuestras acciones como si representaran un peligro futuro para ellos. Pero, si llegase el momento de que la vida de nuestro pueblo en Eretz Israel se desarrolle a un punto en el que estaremos tomando su lugar, ya sea ligera o significativamente, los nativos  no van a dar un paso al costado tan fácilmente.»[3]
Acerca de las relaciones de los judíos con los árabes nativos, un Ahad Ha’am decepcionado escribió:
«Seguramente tenemos que aprender mucho de nuestra historia pasada y presente, y debemos ser cuidadosos y no provocar la ira de los nativos, haciéndoles daño. Deberíamos ser cautelosos en el trato con un pueblo extranjero, nosotros los que regresamos a vivir aquí, para tratar a estas personas con amor y respeto y, es necesario decirlo, con la justicia y el buen juicio. ¿Y qué hacen nuestros hermanos? ¡Exactamente lo contrario! Eran esclavos en sus diásporas, y de repente se encuentran con libertad ilimitada, libertad salvaje que sólo un país como Turquía [el Imperio Otomano] puede ofrecerles. Este repentino cambio ha sustentado tendencias despóticas en sus corazones, como siempre sucede con los antiguos esclavos [‘eved ki yimloj’ —cuando un esclavo se convierte en rey— Proverbios 30:22].[4] Ellos tratan a los árabes con hostilidad y crueldad, se entrometen injustamente, los golpean vergonzosamente sin razón, e incluso alardean de sus acciones. No hay nadie para detener el diluvio y poner fin a esta tendencia despreciable y peligrosa. Nuestros hermanos de hecho tenían razón cuando decían que el mundo árabe sólo respeta a quien demuestra valentía y coraje. Pero cuando esta gente sienta que la ley está del lado de su rival y, más aún, si están en lo cierto al pensar que las acciones de su rival son injustas y opresivas, entonces, incluso si son silenciosos e inmensamente reservados, mantendrán su ira en sus corazones. Y estas personas serán vengativas como ningún otro.»[5]
Ahad Ha’am también vio un futuro sombrío para el nuevo estado naciente. Por eso escribió:
«[Pero si las cosas siguen como están] ... la sociedad que me imagino, si mi sueño no es sólo una falsa noción, esta sociedad comenzará a crearse a sí misma en medio del alboroto, el estruendo y el pánico, y tendrá que hacer frente a las perspectivas de una doble guerra: interna y externa.»[6]


[1] Ahad Ha’am era el seudónimo literario de Asher Zvi Hirsch Ginsberg (1856-1927), nacido cerca de Kiev (hoy capital de Ucrania).
[2] Tony Kushner y Alisa Solomon (eds.), Wrestling with Zion: Progressive Jewish-American Responses to the Israeli-Palestinian Conflict. New York: Grove Press, 2003, p. 14.
[3] Tony Kushner y Alisa Solomon:2003, pp. 14-15.
[4] «.. esclavo que llega a ser rey, tonto harto de comer.» (Proverbios 30:22), Biblia de Jerusalén, III, Antiguo Testamento. Barcelona: Ediciones Folio, 2006, p. 952.
[5] Tony Kushner y Alisa Solomon:2003, p. 15.
[6] Tony Kushner y Alisa Solomon:2003, p. 16.