Engels y Marx |
Lo que la mayoría de la gente no sabe (incluidos los
marxistas) es que Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), filósofos
y sociólogos alemanes de origen judío, amigos íntimos de su compatriota, el
sionista Moses Hess, eran racistas y proimperialistas. Por ejemplo, su
eurocentrismo no le permitía apreciar en absoluto a los mexicanos. Respecto a
la anexión de California después de la intervención norteamericana en el país
azteca entre 1846-1848, donde los mexicanos perdieron definitivamente el 55% de
su territorio, Marx y Engels escribieron en una editorial: “Sin violencia, nada
se logra en la historia”. Luego comentaron: «¿Y
le reprochará Bakunin a los norteamericanos una “guerra de conquista”, que por
cierto propina un rudo golpe a su teoría basada en “la justicia y la
humanidad”, pero que fue llevada a cabo única y exclusivamente en beneficio de
la civilización? ¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya
sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?;
¿lo es que los enérgicos yanquis, mediante la rápida explotación de las minas
de oro que existen allí, aumenten los medios de circulación, concentren en la
costa más apropiada del Océano Pacífico, en pocos años, una densa población y
un activo comercio, creen grandes ciudades, establezcan líneas de barcos a
vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en
realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y por tercera vez
en la historia impriman una nueva orientación al comercio mundial? La
“independencia” de algunos españoles de California y Texas sufrirá con ello,
tal vez; la “justicia” y otros principios morales quizá sean vulnerados aquí y
allá, ¿pero qué importa esto frente a tales hechos históricos-universales?»[1]
Este análisis que favorece abiertamente el
expansionismo de “los más emprendedores e industrializados” no sólo es una
alabanza a los principios del capitalismo sino es un pensamiento eminentemente
racista y opresor que constituye un mentís a toda la cháchara marxista.
Engels, co-autor con Marx del ‘Manifiesto del Partido
Comunista’, agregó, «En Norteamérica
hemos sido testigos de la conquista de México y nos hemos alegrado. Es por el
interés de su propio desarrollo que México debe estar bajo la tutela de los
Estados Unidos.» Muchas de estas ideas desembozadas de Marx pueden encontrarse
en el libro escrito por el ex comunista estadounidense Nathaniel Weyl
(1910-2005), intitulado “Karl Marx, racista”.[2]
Mapa de los EE.UU. donde puede verse las adquisiciones territoriales entre 1783 y 1917 |
En una carta de julio 1862 a Engels, en referencia
a su rival socialista político, Ferdinand Lassalle (1825-1864), Marx escribió:
«Ahora está completamente claro para mí
que él, como queda demostrado por su cráneo y su pelo, desciende de los negros
de Egipto, en el supuesto de que su madre o su abuela no se mezclaran con un
negro. Ahora bien, esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra
tiene que producir un producto peculiar. La impertinencia del personaje es
también negra.»
Engels compartió gran parte de la filosofía racial de
Marx.
En 1887, Paul Lafargue (1842-1911), el yerno de Marx
casado con su hija Laura Marx (1845-1911), era candidato a concejal en un
distrito parisino que contaba con un parque zoológico. Engels afirmaba que Paul
tenía “un octavo o un doceavo de sangre negra”. En una carta de abril 1887 a Laura, la esposa de
Paul, Engels escribió: «Hallándose en su
calidad de negro, un grado más próximo al resto del reino animal que el resto
de nosotros, él es sin duda el representante más adecuado para ese distrito.»
Marx y Engels compartieron una creencia
extendida en toda la historia de la humanidad hasta nuestros días: la creencia
de que algunas personas están dotadas de una sabiduría e inteligencia superior,
y que ellos han sido ordenados para imponer por la fuerza esa sabiduría a las
masas.