«Ciertamente, muchos de los revisionistas de todo el
mundo en un principio vieron a los nazis como elementos afines. En 1931, su
revista estadounidense, el Betar Monthly,
había declarado abiertamente su desdén hacia aquellos que los denominaban
nazis:
“Cuando dirigentes
provincianos de la izquierda del pequeño sionismo, como Berl Locker,[1]
nos denominan ‘revisionistas y betarim hitleristas’, eso no nos perturba en
absoluto. […] Los Lockers y sus amigos pretenden crear en
Palestina una colonia de Moscú, con una mayoría árabe en lugar de judía, con
una bandera roja en lugar de la blanca y azul, con la Internacional en
lugar de la ‘Hatikvah’. […] Si Herzl
fue un fascista y un hitlerista, si la mayoría judía en ambas orillas del
Jordán, si el Estado judío en Palestina que resolverá los problemas económicos,
políticos y culturales de la nación judía son hitleristas, entonces nosotros
somos hitleristas.”[2]
Los revisionistas eran sionistas, y como tales
coincidían con los nazis en que los judíos nunca podrían ser verdaderos alemanes.
El nazismo era inevitable y comprensible. Esta visión fue muy bien expresada
por Ben Frommer, un estadounidense revisionista, en 1935. Para Frommer, el
judío
“…
no importa qué país habite, no es de los orígenes tribales. […] En
consecuencia, el intento de los judíos por lograr una identidad completa con su
país suena espurio; a pesar de toda su proclamación, su patriotismo está
siempre hueco, incluso para él mismo; y en consecuencia su demanda por una
igualdad completa con aquellos que son de la esencia de la nación crea
naturalmente una ficción. Esto explica la intolerancia de los alemanes,
austriacos, polacos y el creciente antagonismo en la mayoría de los países
europeos. […] Es presuntuoso por
parte de un judío pedir que se le trate tan cariñosamente como a un teutón en
un país teutón, o como un polaco en un país polaco. Debe guardar celosamente su
vida y libertad, pero debe reconocer con franqueza que ‘no pertenece’. La
ficción liberal de la igualdad perfecta está condenada porque es antinatural.”[3]»[4]
[1] Berl Locker (1887-1972), nacido en el
Imperio Austro-Húngaro. Entre 1928 y 1931 fue el secretario de la rama
estadounidense de Poale Sión (‘Trabajadores
de Sión). En 1931 se estableció en Londres y trabajó en la Agencia Judía. En
1955 fue elegido diputado por el partido Mapai (Mifleget Poalei Eretz Yisrael, ‘partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel) en el
Parlamento (Knesset) israelí.
[2] “Jerusalem or
Moscow – Herzl or Lenin”, Betar Monthly
(15 August 1931), pp. 2, 5-6.
[3] Ben Frommer, “The
Significance of a Jewish State”, Jewish
Call (Shanghai, May 1935), pp. 10-11.
[4] Lenni Brenner:2011, pp.
207-208.