Herzl fue un genuino producto de la cultura alemana
del siglo XIX: «Mi único recreo consistía en escuchar por las noches música
de Wagner, particularmente su Tannhäuser, ópera que acudía a oír cuantas veces
era puesta en ejecución.»[1]
Su obsesión por Richard Wagner
(1813-1883) y particularmente por Tannhäuser (1845) es algo que
supera la imaginación del ajeno a esta pasión que embargaba al “padre del
sionismo”. Por ejemplo, mientras éste plasmaba su obra cumbre, ‘El Estado
Judío’ (Der Judenstaat), a principios del verano boreal de 1895,
necesitó tener unos momentos de relajación en la Ópera de París escuchando el Tannhäuser
de Wagner. Este episodio está citado por el propio Herzl en sus memorias.[2] Herzl
confiesa que las certezas para redactar ‘El Estado Judío’ las obtuvo de su musa
inspiradora. Wagner. El biógrafo israelí Amos Elon (1926-2009) cita las
palabras de Herzl: «Sólo en esas noches cuando no hubo funciones de Wagner
tuve alguna duda acerca de la exactitud de mi idea.»[3]
Hay una paradoja sobre este
acontecimiento parisino. Cuando Alex Bein[5]
publica la versión alemana de su gran biografía de Herzl en 1934 menciona este
hecho sin emitir ningún comentario adverso; incluso Bein lo describe como una
prueba del romanticismo que embargaba a Herzl.[6] En
cambio, en la versión inglesa editada durante la Segunda Guerra Mundial, el
episodio es ignorado y desaparece junto con otros comentarios.[7]
la
Palestina tal como él la visitó, en octubre de 1898, y la Palestina que imagina,
convertida en un Estado judío en 1923. En las 331 páginas de la novela sólo
aparecen los colonos judíos: la primera vez en las colonias del Barón Edmond de
Rothschild (1845-1934), la segunda como dueños del país. La palabra misma de
“árabe” sólo aparece una vez para contar que, en la colonia de Rejovot, los
colonos han demostrado «una fantasía al estilo árabe.»[14] Eso sí, los palestinos no aparecen por
ningún lado, pero el que sí aparece es Wagner, citado explícitamente por Herzl
entre los compositores cuyas canciones son cantadas por la sociedad culta
judía.[15]
Herzl y Wagner |
«En realidad, no es de extrañar en absoluto que fuera
Tannhäuser, como ningún otro texto, el que lo inspiró para escribir ‘El Estado
Judío’.»[4]
Estampilla emitida por el Tercer Reich el 1 de noviembre de 1933 para honrar a Wagner y su ópera Tannhäuser. |
Herzl pronuncia su discurso en el Segundo Congreso Sionista en Basilea (1898), luego de haber sido ejecutada por una pequeña orquesta la obertura de la ópera Tannhäuser de Wagner. |
Lo que ningún sionista de
hoy podría llegar a soñar en su pesadilla más atroz, es que el flamante Segundo
Congreso Sionista, inaugurado en Basilea (Suiza), a las 10 de la mañana del
domingo 28 de agosto de 1898, se inició con los acordes de la obertura de Tannhäuser
de Wagner.[8] Hasta
allí mismo había llegado la fascinación de Herzl por la música del compositor alemán,
y también la gran ironía para los sionistas de fines del siglo XX y principios
del XXI. En el Tannhäuser antisemita de Wagner, los elementos
folclóricos se utilizan para crear la cohesión nacional alemana. Herzl los
utiliza para inspirar a los judíos.[9]
Wagner era un antisemita declarado, autor de frases
terribles y criminales que hablan con elocuencia del espíritu racista y
discriminador de los intelectuales alemanes y eurocéntricos del siglo XIX. En
1850 publicó en la revista Neue
Zeitschrift für Musik bajo el seudónimo K. Freigedank (K. Librepensamiento)
su ensayo “El judaísmo en la música” (Das
Judentum in der Musik). Wagner afirma que esa obra fue escrita para: «Explicarnos a nosotros mismos la repelencia
involuntaria que sentimos por la naturaleza y la personalidad de los judíos, a
fin de reivindicar el instintivo disgusto que claramente reconocemos como más
fuerte y más abrumador que nuestro celo consciente para librarnos del mismo.»[10] Allí ataca a sus coetáneos (y rivales)
judíos, Giacomo Meyerbeer (1791-1864) y Felix Mendelssohn (1809-1847), y deplora
lo que consideraba «la judaización del arte moderno».[11]
Wagner, profeta de Hitler, acusaba a los judíos de ser
un elemento dañino y extraño en la cultura alemana. Y les advertía, como un
vaticinio de la llegada de los nazis: «Existe
un solo medio de conjurar la maldición que pesa sobre ustedes: la redención de
Ahasvero[12]: el Exterminio».[13]
En Altneuland (Vieja y Nueva Patria),
el libro de Herzl publicado en 1902, es particularmente significativo. Se trata
de una novela de política-ficción, cuya trama esencial está constituida por el
cuadro contrastante de
[1] T. Herzl, “Autobiografía”, en Páginas
Escogidas. Buenos Aires: Editorial Israel, 1949, p. 83.
[2] Theodor Herzl, Zionistische Schriften, Leon Kellner, ed.
Berlin-Charlottenburgh: Jüdischer Verlag, 1920, p. 9.
[3] Amos Elon, Herzl. New York: Schocken, 1986, p. 259.
[4] Daniel Boyarin,
“Goyim Naches, or, Modernity and the Manliness of the Mentsch”, en Bryan
Cheyette y Laura Marcus (eds.), Modernity,
Culture, and ‘the Jew’. p. 80.
[5] Alex Bein (1903-1988), pensador alemán judío, uno de los fundadores de
la historiografía sionista. Desde 1933, residió en Jerusalén (Palestina).
[6] Alex Bein, Theodor Herzl: Biographie. Vienna, Fiba,
1934, p. 201.
[7] Alex Bein, Theodore Herzl: A Biography of the
Founder of the Modern Zionism. Philadelphia: Jewish Publication Society of
America, 1941.
[8] Steven Beller,
“Herzl, Wagner, and the Ironies of “The True Emancipation”, en Nancy Anne
Harrowitz (ed.), Tainted Greatness:
Antisemitism and Cultural Heroes. Philadelphia: Temple University Press,
1994, p. 129.
[9] Véase Leah
Garrett, “Sabotaging the Text: Tannhäuser in the Works of Heine, Wagner, Herzl
and Peretz”, Jewish Social Studies:
History, Culture, and Society 9.1. Fall 2002. pp. 34-52. Leah Garret, A Knight at the Opera: Heine, Wagner, Herzl
and Peretz and the Legacy of Der Tannhäuser. Purdue University Press, 2011.
[10] Richard Wagner, The Art-Work of the Future, and Other Works.
Translated by William Ashton Ellis. Lincoln and London: University of
Nebraska Press, 1993, p. 80.
[11] Véase Richard
Wagner, Judaism in Music and Other Essays.
Vol. 3. Lincoln and London: University of Nebraska Press, 1995.
[12] Se refiere al Judío Errante, al que se
le dan diversos nombres en la tradición alemana: Ahasverus, Joseph Cartaphilus.
Michob-Ader, etc.
[13] Véase Jacob Katz, The Darker Side of Genius: Richard Wagner’s
Anti-Semitism. Waltham, MA: Brandeis University Press, 1986; Joachim
Kohler, Wagner’s Hitler: The Prophet and
His Disciple. Cambridge (UK): Polity Press, 2001.
[14] T. Herzl, Altneuland. Paris:
Ed. Rieder, 1931. p. 52.
[15] Steven Beller, p.
129.