«Si, prescindiendo de argumentos ulteriores, a alguien
se le dijera que los primeros sionistas eran racistas, asumiría automáticamente
que esto era parte del aspecto colonialismo del sionismo en Palestina. En
realidad no es así; el sionismo Blut
se hubiera desarrollado en Palestina incluso si esta hubiera estado
completamente desierta. El entusiasmo por los conceptos de Blut y Boden formaban
parte del sionismo antes de que el primer sionista moderno partiera de Europa.
Blut und Boden
(Sangre y Suelo): una consigna de las juventudes hitlerianas |
El racismo sionista fue una curiosa derivación del
antisemitismo racial. Para estos sionistas los judíos eran una raza pura,
ciertamente más pura que, por ejemplo, los alemanes, que tenían una gran mezcla
de sangre eslava, como concedían incluso los pangermanistas. No obstante, los
racistas sionistas pensaban que esa pureza racial no podía superar el gran
defecto de la existencia judía, a saber, que carecían de su propio Boden judío. Mientras los racistas
teutones se consideraban a sí mismos como Übermenschen
(“superhombres”), estos racistas hebreos no veían a los judíos bajo esa
luz, sino más bien a la inversa. Pensaban que, al no tener su propio Boden, los
judíos eran Untermenschen
(“infrahombres”) y, en consecuencia y para sus “anfitriones”, poco más que
sanguijuelas: la peste del mundo.
El ideólogo nazi Richard
Walther Darré (1895-1953) en un seminario sobre el tema de Blut und Boden. |
Cuando uno cree en la validez del exclusivismo racial,
es difícil plantear objeciones al racismo de otros. Si uno cree además que es
imposible para cualquier pueblo desarrollarse saludablemente excepto en su
propia patria, entonces no puede impugnar la exclusión que otros practican con
los “extraños” que habitan en lo que aquellos consideran su territorio. De
hecho, el sionista medio nunca se imaginó dejando la civilizada Europa por la
salvaje Palestina. Resulta obvio que los ideales sionistas de Blut y Boden proporcionaron una excelente base lógica para no combatir el
antisemitismo en la tierra natal: los antisemitas no tenían la culpa, sino los
judíos y su desgracia de vivir en el exilio. Los sionistas podían argumentar
lastimeramente que la pérdida de Palestina era la causa principal del
antisemitismo, y que recobrarla era la única solución a la cuestión judía. Todo
lo demás sólo habría de resultar vano o paliativo.
El historiador Walter Lacqueur |
Walter Laqueur[1],
el decano de los historiadores sionistas, se preguntaba en su libro A History of Zionism si la insistencia
sionista en la naturalidad del antisemitismo no era precisamente “cereal para
los molinos de la propaganda nazi”.[2]
Ciertamente lo era. La pregunta de Laqueur se puede
responder mejor con otra: ¿es difícil entender que un lector crédulo de un
periódico nazi extrajera la conclusión de que aquello que era dicho por los
nazis y aprobado por los sionistas —que eran judíos— había de ser cierto? Pero
aún sería peor: todo movimiento judíos que predicara acerca de la naturalidad
del antisemitismo buscaría, de forma igualmente “natural”, llegar a acuerdos
con los nazis cuando estos arribaran al poder.»[3]