«… el sionista oficial Gerhart Holdheim escribió en
1930 en una edición del Süddeutsche
Monatshefte, dedicado a la cuestión judía (una publicación en la que entre
otros, líderes antisemitas emitían sus puntos de vista):
“El Programa Sionista
comprende la concepción de una judería homogénea e indivisible sustentada por
una base nacional El criterio para la comunidad judía no es por lo tanto, una
confesión de la religión, sino el sentido de pertenencia a una comunidad racial
que está unida por los lazos de sangre y de la historia y que está decidida a
mantener su individualidad nacional”.[1]
Alfred Rosenberg, ideólogo del nazismo |
“El sionismo debe ser
apoyado vigorosamente para que cierto número de alemanes judíos sea
transportado anualmente a Palestina o por lo menos les permita salir del país.”[3]
Con un ojo puesto en esas declaraciones, Hans Lamm[4]
escribió más tarde:
“… es indiscutible que
durante las primeras etapas de su política hacia los judíos, los
nacionalsocialistas pensaron que era apropiado adoptar una actitud
prosionista.”[5]»[6]
«Los graduados universitarios alemanes, que asumieron
el control del movimiento sionista tras la muerte de Herzl, desarrollaron la
ideología modernista y racista del separatismo judío. Se hallaban poderosamente
influidos por sus compañeros pangermánicos de estudios del movimiento Wandervögel (‘aves migratorias’ o
‘espíritus libres’), que dominó los campus alemanes antes de la primera guerra
mundial. Estos chovinistas rechazaban a los judíos por no ser de Blut (‘sangre’) alemana: en
consecuencia, nunca podrían formar parte del Volk (‘pueblo’) alemán y eran ajenos al Boden o suelo teutón. Todos los estudiantes judíos hubieron de
tratar con estos conceptos, que impregnaban el ambiente. Unos pocos se movieron
hacia la izquierda y se unieron a los socialdemócratas, huyendo de lo que
consideraban una forma más de nacionalismo burgués, que debía ser combatido
como tal. La mayoría permaneció como Kaiser-treu,
nacionalistas duros que insistían en que mil años en el Boden alemán los había
convertido en “alemanes de confesión mosaica”. Pero un cierto número de
estudiantes judíos adoptó la ideología del Wandervögel,
traduciéndola simplemente a terminología sionista. De este modo, coincidían con
los antisemitas en puntos fundamentales: los judíos no eran parte del Volk alemán y, por supuesto, los judíos
y los alemanes no debían mezclarse sexualmente, no por razones religiosas
tradicionales, sino por amor a su propia y única Blut. No siendo de Blut teutónica,
ellos forzosamente habrían de tener su propio Boden: Palestina. […]
Martin Buber |
Lo que se necesitaba era una versión popular sionista
del darwinismo social que se había implantado en el mundo intelectual burgués
desde las conquistas imperiales de Europa en África y Oriente; tal versión fue
desarrollada por el antropólogo austriaco Ignatz Zollschan[9],
para quien el valor secreto del judaísmo consistía en que había originado, aún
sin pretenderlo, una maravilla de maravillas, “una nación de sangre pura, no manchada por las enfermedades del exceso
o la inmoralidad, de un sentido de pureza familiar altamente desarrollado, de
hábitos virtuosos profundamente arraigados y una actividad intelectual
excepcional. Además, la prohibición del matrimonio mixto evitó que estos
tesoros étnicos se malograran por la mezcla con razas menos cuidadosamente engendradas.
[…] Si una raza que está tan altamente
dotada tuviera la oportunidad de desarrollar nuevamente su poder original, nada
podría igualar sus valores culturales.”[10]
Incluso Albert Einstein suscribió las concepciones
sionistas de raza, y al hacerlo reforzó el racismo, otorgándole además el
prestigio de su reputación. Sus propias contribuciones a la discusión suenan
profundas, pero están basadas en el mismo sinsentido:
“Naciones con una
diferencia racial parecen tener instintos que trabajan contra su fusión. La
asimilación de los judíos a las naciones europeas […]
No erradicará el sentimiento de carencia de
parentesco entre ellos y aquellos entre quienes ellos viven. En última
instancia, el sentimiento instintivo de carencia de parentesco es referible a
la ley de conservación de la energía. Por esta razón no puede ser erradicado
mediante sumas de presión bien intencionadas.”[11]
Buber, Zollschan y Einstein fueron sólo tres de entre
los sionistas clásicos que pontificaron eruditamente sobre la pureza racial. No
obstante, pocos podrían igualar el fanatismo del estadounidense Maurice Samuel[12].
Afamado escritor en su momento —más tarde, en los años cuarenta, trabajaría
junto a Weizmann en la autobiografía de este último—, Samuel se dirigió al
público estadounidense en su escrito I,
the Jew [Yo, el judío] (1927), en el que denunciaba con horror las
características de cierta población que, según admitió el propio Samuel, sólo
conocía por su reputación y que recuerda mucho a la sibarítica colonia de
artistas de Taos, en Nuevo México[13]:
“Allí están juntos en ese
pequeño lugar, representantes del africano negro, el americano mongol y el
chino, el semita y el ario […] se ha establecido el libre matrimonio mixto […]
¿por qué esta imagen, parte actual, parte fantástica, me llena de una
repugnancia extraña, sugiere lo obsceno, lo oscuramente bestial? […] ¿Por qué entonces esa aldea me atrae a la
mente una masa de reptiles reproduciéndose feamente en algún cubo?”[14]»[15]
Fritz Haber y Albert Einstein en 1914 |
A partir de 1929, y en diversas oportunidades, Einstein
rechazará las acciones del sionismo. Por ejemplo, en una carta dirigida a
Weizmann, reflexiona lúcidamente y vaticina hechos futuros: «Si nosotros nos revelamos incapaces de
alcanzar una cohabitación y acuerdos con los árabes, entonces no habremos
aprendido estrictamente nada durante nuestros dos mil años de sufrimientos y
mereceremos todo lo que llegue a sucedernos.»[18]
Albert Einstein durante la primera guerra mundial |
[1] Gerhart Holdheim, “Der
Zionismus in Deutschland” [Sionismo en Alemania], en Süddeutsche Monatshefte 12/1930, p. 855.
[2] Alfred Rosenberg (1893-1946), estrecho colaborador
de Adolf Hitler y responsable de los Territorios ocupados por Alemania durante la Segunda Guerra
Mundial. Uno de los principales ideólogos del Partido
Nacionalsocialista sobre teorías raciales, persecución de los judíos y el Lebensraum (espacio vital). Fue
ejecutado en la horca después de ser sentenciado a muerte por criminal de
guerra en el Juicio de Nuremberg.
[3] Alfred Rosenberg, Die Spur des Juden im Walden der Zeiten [La pista de los judíos en
los tiempos cambiantes], Munich, 1937, p. 153.
[4] Hans Lamm (1913-1985), periodista alemán
judío.
[5] Hannah Arendt, Eichmman in Jerusalem: A Report on the
Banality of Evil. London:
Faber & Faber, 1963, p. 53.
[6] Klaus Polkehn,
“The Secret Contacts: Zionism and Nazi Germany, 1933-1941” , Journal of Palestine Studies, Vol. 5, No. 3/4 (Spring 1976), p. 57.
[7] Martin Buber (1878-1965), filósofo y
teólogo nacido en Viena.
[8] Martin Buber, On Judaism. New York:
Schocken Books, 1967, pp. 15-19
[9] Ignaz Zollschan
(1877-1948).
[10] Ignatz Zolschan, Jewish Questions. New York: Bloch Pub.
Co., 1914, pp. 17-18.
[11] Solomon Goldman, Crisis and Decision. New York/London:
Harper & Brothers, 1938, p. 116.
[12] Maurice Samuel (1895-1972), nacido en
Rumania y nacionalizado británico y estadounidense.
[13] Taos es un pueblo ubicado en el condado
de Taos en el estado estadounidense de Nuevo México. Según el censo de 2010,
había 5716 personas residiendo en Taos. La densidad de población era de 387,46
hab./km². De los 5716 habitantes, Taos estaba compuesto por el 71.1% blancos,
el 0.68% eran afroamericanos, el 5.32% eran amerindios, el 0.96% eran
asiáticos, el 0.02% eran isleños del Pacífico, el 16.48% eran de otras razas y
el 5.44% pertenecían a dos o más razas. Del total de la población el 51.94%
eran hispanos o latinos de cualquier raza.
[14] Maurice Samuel, I, the Jew. New York: Harcourt, Brace
& Co., 1927, pp. 244-6.
[15] Lenni
Brenner:2011, pp. 47-51.
[16] Fritz Haber 1868-1934) fue un químico
alemán galardonado con el Premio Nobel de Química del año 1918. haber fue un
verdadero asesino, inconmovible en su tarea de cegar vidas humanas. Su primera
esposa, Clara Immerwahr, compañera química y la primera mujer que obtuvo un
doctorado en la
Universidad de Breslau, se suicidó con un revólver en su
jardín, posiblemente en respuesta a que Haber supervisó personalmente el primer
uso con éxito de cloro en la
Segunda Batalla de Ypres (22 de abril de 1915). Se pegó un
tiro en el corazón el 15 de mayo, y murió en la mañana. Esa misma
mañana, Haber fue al frente oriental para supervisar la liberación de gas
contra los rusos. Igualmente, su hijo Herman (nacido en 1902), conmocionado por
los resultados de los gases letales inventados por su padre, se suicidó poco
tiempo después que su madre.
[17] Véase John Cornwell, Los científicos de Hitler: Ciencia, guerra y
el pacto con el diablo. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 2005; Capítulo
3: “Fritz Haber”, pp. 59-72; Capítulo 4: “Los científicos del gas tóxico”, pp.
73-82.
[18] 25 de Noviembre de 1929. Carta a Chaim
Weizmann citada en Jamie Sayen, Einstein
in America. The Scientist’s Conscience in
the Age of Hitler and Hiroshima. New York: Crown, 1985, p. 106.