«Werner Senator, un dirigente alemán sionista, dijo
una vez que el sionismo, cuyo mundo está circunscrito al nacionalismo judío,
siempre es capaz de asimilarse a los términos políticos de los países en los
que opera. No existe mejor prueba de esta afirmación que la adaptación política
de la ZVD[1]
a las teorías y políticas del nuevo régimen nazi. Creyendo que las similitudes
ideológicas entre ambos movimientos —su desprecio del liberalismo, su común
racismo de corte “volkista”[2]
y, por supuesto, su convicción mutua de que Alemania nunca podría ser la patria
de sus judíos— podían inducir a los nazis a apoyarlos, la ZVD solicitó el patrocinio de
Adolf Hitler, no una vez sino repetidamente, después de 1933. […]
Un retrato de Kurt Tuchler |
De este modo, Kurt Tuchler,[3]
miembro del Ejecutivo de la ZVD ,
persuadió al barón Leopold Itz Edler von Mildenstein[4],
de las SS, para que escribiera un texto prosionista para la prensa nazi. El
barón aceptó a condición de visitar primero Palestina, de modo que, dos meses
después de que Hitler llegara al poder, Tuchler, el barón y sus respectivas
esposas marchaban hacia allá, donde von Mildestein permanecería seis meses
antes de retornar para escribir sus artículos.[5]
[…]
En 1937, después de emigrar a América desde Berlín, el
rabino Joachim Prinz[6]
escribió acerca de sus experiencias en Alemania y aludió a un memorándum que,
como ahora sabemos, la ZVD
remitió al Partido Nazi el 21 de junio de 1933. […] El documento permaneció
enterrado hasta 1962, cuando finalmente vio la luz en Alemania e Israel. […]
Este extraordinario memorándum requiere una transcripción extensa. Con mucha
cortesía, se les pedía a los nazis:
Rabí Joachim Prinz |
“Nos sea en consecuencia
permitido presentar nuestros puntos de vista, los cuales, en nuestra opinión,
hacen posible una solución acorde con los principios del nuevo Estado Alemán de
Despertar Nacional y que, al mismo tiempo, pueden significar para los judíos un
nuevo orden en la condición de su existencia. […] El sionismo
no se engaña acerca de la dificultad inherente a la condición judía, que
consiste sobre todo en un modelo profesional anómalo y en la falta de una
postura intelectual y moral arraigada en la propia tradición. […] En la fundación del nuevo Estado, que ha
establecido el principio de raza, deseamos fortalecer nuestra comunidad dentro
de la estructura general, de manera que también nosotros, dentro de la esfera
que se nos ha asignado, podamos desarrollar una fructífera actividad a favor de
la patria. […] Nuestro reconocimiento
de la nacionalidad judía garantiza una relación clara y sincera con el pueblo
alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque no deseamos
adulterar estos fundamentos, nosotros también estamos en contra del matrimonio
mixto y abogamos por el mantenimiento de la pureza del grupo judío.”[7]
Este documento, una traición a los judíos de Alemania,
fue escrito conforme a los clichés sionistas: “modelo profesional anómalo”,
“intelectuales desarraigados necesitados de regeneración moral”, etc. En él,
los alemanes sionistas ofrecen una calculada colaboración entre el sionismo y
el nazismo, santificada por el objetivo del Estado judío: no presentaremos
batalla contra ustedes, sólo contra aquellos que les ofrezcan resistencia.»[8]
Kurt Blumenfeld en 1929 |
«Ahora el racismo triunfaba, y la ZVD se movió a favor del
ganador. La cosa comenzó a afirmarse con una declaración de Blumenfeld[9],
en abril de 1933, según la cual los judíos habían estado enmascarando su
natural separación —sancionada por la sangre— de los verdaderos alemanes, pero
llegó a proporciones wagnerianas en el Rundschau[10] del 4 de agosto, con un largo ensayo
titulado Rasse als Kulturfaktor [La
raza como factor cultural], que sopesaba las implicaciones intelectuales que
para los judíos tenían la victoria nazi. El ensayo afirmaba que los judíos no
debían limitarse a acatar en silencio los dictados de sus nuevos amos, sino que
debían comprender los absolutos beneficios de la separación racial:
“Los que vivimos aquí como
una ‘raza extranjera’ tenemos que respetar totalmente la conciencia y el
interés racial del pueblo alemán. Sin embargo, esto no impide una convivencia
pacífica entre los pueblos de distinta identidad racial. Cuanta menor sea la
posibilidad de una mezcla indeseable, menor será la necesidad de ‘protección
racial’. […] Hay diferencias que, en último análisis, tiene sus raíces en los
ancestros. Solamente los periódicos racionalistas, que han perdido el sentido de
las más profundas razones y profanidades del alma, y de los orígenes de la
conciencia comunal, pueden dejar de lado a los ancestros como si formaran sólo
parte de la historia natural.”[11]
El ensayo continuaba diciendo que, en el pasado, había
sido difícil lograr que los judíos tuvieran una evaluación objetiva del
racismo. Pero ahora era el momento para un poco de “evaluación serena”: “La
raza es indudablemente una energía muy importante, seguramente decisiva. Tanto
el ser como los logros de un pueblo se encuentran en verdad determinados por la
“sangre” y el “suelo”. Los judíos debían enmendar los errores de “las últimas
generaciones, en las que la conciencia racial judía fue en gran medida
ignorada”. El artículo advertía asimismo contra “trivialización” de la raza, y
también contra la CV[12],
que estaba comenzando a abandonar su ideología asimilacionista tradicional ante
el desastre, aunque “sin cambiar básicamente”.
Asumir la buena fe racista de sus rivales no era
suficiente. Para demostrar que el “Movimiento de Renacimiento Judío”, siempre
había sido racista, el Rundschau
reimprimió dos artículos anteriores a 1914 bajo el título “Voces de la Sangre ”: así, tanto “Das
singende Blut” de Stefan Zweig[13]
como “Lied des Blutes” de Hugo Salus[14]
cantaban con entusiasmo como “el judío moderno reconoce su judeidad a través de
una experiencia interior que le enseña el idioma especial de su sangre de una
manera mística”. […]
Stefan Zweig |
Aunque el racismo impregnaba la literatura de la ZVD , los observadores judíos
extranjeros siempre consideraron a Joachim Prinz como su más estridente
propagandista. Votante socialdemócrata antes de 1933, Prinz devino un rabioso
“volkista” en los primeros años del Tercer Reich. Parte de la violenta
hostilidad hacia los judíos que destila su libro Wir Juden podría haber figurado directamente en la propia
propaganda nazi. Para Prinz, el judío fue hecho con “extravío, rareza, exhibicionismo, inferioridad, arrogancia,
deshonestidad hacia sí mismo, bizantino amor por la verdad, odio, debilidad,
patriotismo y cosmopolitismo desarraigado […] un arsenal psicopatológico de rara abundancia”.[15]
[…]
El Jüdische
Rundschau se vende en las calles de Berlín en 1935 |
Prinz creía posible una conciliación entre nazis y
judíos, pero sólo sobre la base de un acuerdo nazi-sionista: “Un Estado que es
construido sobre el principio de pureza de nación y raza puede sólo tener
respeto por aquellos judíos que se consideren a sí mismos de la misma forma”.[16]
[…]
Pero quizás la mejor ilustración de la nazificación de
los sionistas es la curiosa declaración que uno de los editores del Rundschau, Arnold Zweig[17],
hizo en su trabajo Insulted and Exiled
[Insultado y exilado], por supuesto escrito en el exterior y publicado en 1937:
“De todos los periódicos
publicados en alemán, el más independiente, el más audaz y el más competente
fue el Jüdische Rundschau. El órgano oficial de la unión Sionista de Alemania.
A pesar de que algunas veces fue demasiado lejos en su aprobación del Estado
nacionalista (buscando su propio ideal nacional en el espíritu nazi), emanaba
de él, sin embargo, una fuente de energía, tranquilidad, afecto y confianza que
los alemanes judíos y los de todo el mundo necesitaban con urgencia.”[18]
“Hoy, el Ejecutivo de la Federación Sionista
de Alemania ha hecho una valiente demanda, a saber, que su organización sea
reconocida por el gobierno como único instrumento para el exclusivo control de
la vida alemana judía”.[19]
En Alemania ocurrió como en Italia: la dirigencia
sionista buscó el apoyo del régimen para el sionismo y resistió al comunismo;
en ninguno de los dos países se la podría considerar parte de la resistencia
antifascista.» […]
«Antes de los nazis, el sionismo para los alemanes
judíos no era más que un culto político burgués aislado. Mientras los
izquierdistas trataban de combatir en las calles a los camisas pardas, los
sionistas estaban ocupados recolectando dinero para plantar árboles en
Palestina. Repentinamente, en 1933, este pequeño grupo se imaginó a sí mismo
como ungido por la historia para negociar secretamente con los nazis, para
oponerse a la gran masa de judíos del mundo que querían resistir a Hitler, y
todo con la esperanza de obtener el apoyo del enemigo de su pueblo para la
construcción de su Estado en Palestina. Smolar[20]
y otros sionistas críticos consideraban que la ZVD era básicamente cobarde, pero estaban muy
equivocados. Ninguna teoría de la rendición explica nada sobre la evolución del
racismo sionista anterior a Hitler, y tampoco sobre la aprobación de la WZO[21]
a esta postura. La verdad es más triste que la cobardía. El hecho liso y llano
es que los sionistas de Alemania no se consideraban a sí mismos entreguistas
sino, más bien como posibles socios en un pacto propio de estadistas. […] No
combatieron a Hitler antes de que llegara al poder, cuando aún había una
oportunidad de derrotarlo, y no fue por cobardía, sino por su propia y profunda
convicción, que habían heredado de Herzl, de que el antisemitismo no podía ser
combatido. Dado su fracaso en resistir durante Weimar y dadas sus teorías
raciales, era inevitable que terminaran como los chacales ideológicos del
nazismo.»[22]
Y un dato que habla hasta qué punto de coordinación
habían llegado las relaciones entre las SS y los sionistas de la Organización
Sionista Mundial: «La SD[23]
comenzó a tener un activo interés en los asuntos sionistas en el extranjero
desde 1934. SS-Untersturmführer von Mildenstein del Abteilung [24]II/112-113
fue enviado a observar el 19º Congreso Sionista en Lucerna en el verano de
1935, formando parte de la delegación alemana judía. SS-Hauptscharführer
Eichmann, también del Abteilung II/112-113, también fue enviado a observar el
20º Congreso de 1937.[25]
[1] Zionistische
Vereinigung für Deutschland (Federación Sionista de Alemania).
[2] De völkisch
un término alemán que, aunque literalmente significa ‘folklórico’, ‘popular,’
tiene connotaciones de ‘nacionalista’, ‘racista’, ‘conservador’, ‘derechista’.
[3] Kurt Tuchler (1894-1978), murió en el
Estado de Israel como un buen sionista.
[4] Leopold Itz Edler von Mildenstein
(1902-¿?), a pesar de haber pertenecido al Servicio de Seguridad de las SS a
las órdenes de Heydrich, después de la guerra no fue investigado ni juzgado y
continuó viviendo en Alemania occidental. En 1954 von Mildenstein visitó los
EE.UU. En diciembre de 1956, se supo que había sido contratado por el gobierno
egipcio de Gamal Abdel Nasser para trabajar en la radio ‘La Voz de los Árabes’. En junio
de 1960, luego de la captura de Eichmann por agentes del Mossad en Buenos
Aires, von Mildenstein anunció públicamente que había estado trabajando para la CIA , alegación que no fue
negada por el organismo de inteligencia estadounidense (cfr. Richard Breitman,
Norman J.W. Goda, Timothy Naftali and Robert Wolfe, U. S. Intelligence and the Nazis. Cambridge: Cambridge University
Press, 2005, pp. 342-343). En 1964 se lo vio por última vez. Luego desapareció.
Se especula sobre su eliminación por agentes de la CIA o el Mossad para evitar
filtraciones embarazosas.
[5] Jacob Boas, “A
Nazi Travels to Palestine”, History Today.
London, January 1980, p. 33.
[6] Joachim Prinz (1902-1988), una vez
radicado en EE.UU., se ganó el apoyo del rabino Stephen Samuel Wise [el mismo
que en 1938 afirmó que “Hitler tiene razón] y alcanzó el puesto de
vicepresidente del Congreso Judío Mundial.
[7] Lucy Dawidowicz
(ed.), A Holocaust Reader. New York : Behrman House,
1976, pp. 150-5.
[8] Lenni Brenner:2011, pp. 85, 89-92.
[9] Kurt Blumenfeld (1884-1963) fue
secretario general de la Organización Sionista Mundial entre 1911-1914 y murió en Jerusalén (Palestina ocupada).
[10] El Jüdische Rundschau (Periódico Judío) estuvo en circulación en Alemania entre 1902 y 1938.
[11] “Rasse als Kulturfaktor”, Jüdische Rundschau (4 de agosto de 1933), p. 392.
[12] Centralverein (Unión Central de Ciudadanos Alemanes de Fe Judía), organización asimilacionista de autodefensa.
[13] Stefan Zweig (1881-1942), escritor y periodista austriaco.
[14] Hugo Salus (1866-1929), médico, escritor y poeta de Praga.
[15] Koppel Pinson, “The Jewish Spirit in Nazi Germany”, Menorah Journal, (Autummn 1936), p. 235.
[16] Benyamin Matuvo, “The Zionist Wish and the Nazi Deed”, p. 12.
[17] Arnold Zweig (1887-1968), escritor alemán. Primero se exiló en Checoslovaquia y posteriormente se radicó en Palestina. Desilusionado con el sionismo, en 1948 aceptó una invitación del gobierno de la Alemania Comunista y se estableció en Berlín oriental.
[18] Arnold Zweig, Insulted and Exiled: The Truth about German Jews. London: J. Miles, 1937, p. 232.
[19] “German Zionists Seek Recognition”, Palestine Post (15th January 1936), p. 1.
[20] Boris Smolar (1897-1986), periodista de origen ruso.
[21] World Zionist Organisation (Organización Sionista Mundial).
[22] Lenni Brenner:2011, pp. 94-102.
[23] El Sicherheitsdienst (SD, Servicio de Seguridad), era el servicio de inteligencia de las SS.
[24] Departamento de Información militar.
[25] Francis R. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question. New Brunswick, NJ: Transaction Publishers, 2000, p. 61.