«Werner Senator, un dirigente alemán sionista, dijo
una vez que el sionismo, cuyo mundo está circunscrito al nacionalismo judío,
siempre es capaz de asimilarse a los términos políticos de los países en los
que opera. No existe mejor prueba de esta afirmación que la adaptación política
de la ZVD
a las teorías y políticas del nuevo régimen nazi. Creyendo que las similitudes
ideológicas entre ambos movimientos —su desprecio del liberalismo, su común
racismo de corte “volkista”
y, por supuesto, su convicción mutua de que Alemania nunca podría ser la patria
de sus judíos— podían inducir a los nazis a apoyarlos,
la ZVD solicitó el patrocinio de
Adolf Hitler, no una vez sino repetidamente, después de 1933. […]
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Un retrato de
Kurt Tuchler |
De este modo, Kurt Tuchler,
miembro del Ejecutivo de la ZVD,
persuadió al barón Leopold Itz Edler von Mildenstein,
de las SS, para que escribiera un texto prosionista para la prensa nazi. El
barón aceptó a condición de visitar primero Palestina, de modo que, dos meses
después de que Hitler llegara al poder, Tuchler, el barón y sus respectivas
esposas marchaban hacia allá, donde von Mildestein permanecería seis meses
antes de retornar para escribir sus artículos.
[…]
En 1937, después de emigrar a América desde Berlín, el
rabino Joachim Prinz
escribió acerca de sus experiencias en Alemania y aludió a un memorándum que,
como ahora sabemos, la ZVD
remitió al Partido Nazi el 21 de junio de 1933. […] El documento permaneció
enterrado hasta 1962, cuando finalmente vio la luz en Alemania e Israel. […]
Este extraordinario memorándum requiere una transcripción extensa. Con mucha
cortesía, se les pedía a los nazis:
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Rabí Joachim Prinz |
“Nos sea en consecuencia
permitido presentar nuestros puntos de vista, los cuales, en nuestra opinión,
hacen posible una solución acorde con los principios del nuevo Estado Alemán de
Despertar Nacional y que, al mismo tiempo, pueden significar para los judíos un
nuevo orden en la condición de su existencia. […] El sionismo
no se engaña acerca de la dificultad inherente a la condición judía, que
consiste sobre todo en un modelo profesional anómalo y en la falta de una
postura intelectual y moral arraigada en la propia tradición. […] En la fundación del nuevo Estado, que ha
establecido el principio de raza, deseamos fortalecer nuestra comunidad dentro
de la estructura general, de manera que también nosotros, dentro de la esfera
que se nos ha asignado, podamos desarrollar una fructífera actividad a favor de
la patria. […] Nuestro reconocimiento
de la nacionalidad judía garantiza una relación clara y sincera con el pueblo
alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque no deseamos
adulterar estos fundamentos, nosotros también estamos en contra del matrimonio
mixto y abogamos por el mantenimiento de la pureza del grupo judío.”
Este documento, una traición a los judíos de Alemania,
fue escrito conforme a los clichés sionistas: “modelo profesional anómalo”,
“intelectuales desarraigados necesitados de regeneración moral”, etc. En él,
los alemanes sionistas ofrecen una calculada colaboración entre el sionismo y
el nazismo, santificada por el objetivo del Estado judío: no presentaremos
batalla contra ustedes, sólo contra aquellos que les ofrezcan resistencia.»
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Kurt Blumenfeld en
1929 |
«Ahora el racismo triunfaba, y la ZVD se movió a favor del
ganador. La cosa comenzó a afirmarse con una declaración de Blumenfeld,
en abril de 1933, según la cual los judíos habían estado enmascarando su
natural separación —sancionada por la sangre— de los verdaderos alemanes, pero
llegó a proporciones wagnerianas en el Rundschau del 4 de agosto, con un largo ensayo
titulado Rasse als Kulturfaktor [La
raza como factor cultural], que sopesaba las implicaciones intelectuales que
para los judíos tenían la victoria nazi. El ensayo afirmaba que los judíos no
debían limitarse a acatar en silencio los dictados de sus nuevos amos, sino que
debían comprender los absolutos beneficios de la separación racial:
“Los que vivimos aquí como
una ‘raza extranjera’ tenemos que respetar totalmente la conciencia y el
interés racial del pueblo alemán. Sin embargo, esto no impide una convivencia
pacífica entre los pueblos de distinta identidad racial. Cuanta menor sea la
posibilidad de una mezcla indeseable, menor será la necesidad de ‘protección
racial’. […] Hay diferencias que, en último análisis, tiene sus raíces en los
ancestros. Solamente los periódicos racionalistas, que han perdido el sentido de
las más profundas razones y profanidades del alma, y de los orígenes de la
conciencia comunal, pueden dejar de lado a los ancestros como si formaran sólo
parte de la historia natural.”
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Líderes sionistas
en el Estadio Gruenwald de la Comunidad Judía en Berlín, Alemania, 1935. De
izq. a der.: Dr. Robert Atlass, Rabino Dr. Joachim Prinz, Kurt Blumenfeld, y el
presidente de la federación sionista alemana, Dr. Hans Friedenthal. |
El ensayo continuaba diciendo que, en el pasado, había
sido difícil lograr que los judíos tuvieran una evaluación objetiva del
racismo. Pero ahora era el momento para un poco de “evaluación serena”: “La
raza es indudablemente una energía muy importante, seguramente decisiva. Tanto
el ser como los logros de un pueblo se encuentran en verdad determinados por la
“sangre” y el “suelo”. Los judíos debían enmendar los errores de “las últimas
generaciones, en las que la conciencia racial judía fue en gran medida
ignorada”. El artículo advertía asimismo contra “trivialización” de la raza, y
también contra la CV,
que estaba comenzando a abandonar su ideología asimilacionista tradicional ante
el desastre, aunque “sin cambiar básicamente”.
Asumir la buena fe racista de sus rivales no era
suficiente. Para demostrar que el “Movimiento de Renacimiento Judío”, siempre
había sido racista, el Rundschau
reimprimió dos artículos anteriores a 1914 bajo el título “Voces de la Sangre”: así, tanto “Das
singende Blut” de Stefan Zweig
como “Lied des Blutes” de Hugo Salus
cantaban con entusiasmo como “el judío moderno reconoce su judeidad a través de
una experiencia interior que le enseña el idioma especial de su sangre de una
manera mística”. […]
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Stefan Zweig |
Aunque el racismo impregnaba la literatura de la ZVD, los observadores judíos
extranjeros siempre consideraron a Joachim Prinz como su más estridente
propagandista. Votante socialdemócrata antes de 1933, Prinz devino un rabioso
“volkista” en los primeros años del Tercer Reich. Parte de la violenta
hostilidad hacia los judíos que destila su libro Wir Juden podría haber figurado directamente en la propia
propaganda nazi. Para Prinz, el judío fue hecho con “extravío, rareza, exhibicionismo, inferioridad, arrogancia,
deshonestidad hacia sí mismo, bizantino amor por la verdad, odio, debilidad,
patriotismo y cosmopolitismo desarraigado […] un arsenal psicopatológico de rara abundancia”.
[…]
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El Jüdische
Rundschau se vende en las calles de Berlín en 1935 |
Prinz creía posible una conciliación entre nazis y
judíos, pero sólo sobre la base de un acuerdo nazi-sionista: “Un Estado que es
construido sobre el principio de pureza de nación y raza puede sólo tener
respeto por aquellos judíos que se consideren a sí mismos de la misma forma”.
[…]
Pero quizás la mejor ilustración de la nazificación de
los sionistas es la curiosa declaración que uno de los editores del Rundschau, Arnold Zweig,
hizo en su trabajo Insulted and Exiled
[Insultado y exilado], por supuesto escrito en el exterior y publicado en 1937:
“De todos los periódicos
publicados en alemán, el más independiente, el más audaz y el más competente
fue el Jüdische Rundschau. El órgano oficial de la unión Sionista de Alemania.
A pesar de que algunas veces fue demasiado lejos en su aprobación del Estado
nacionalista (buscando su propio ideal nacional en el espíritu nazi), emanaba
de él, sin embargo, una fuente de energía, tranquilidad, afecto y confianza que
los alemanes judíos y los de todo el mundo necesitaban con urgencia.”
La ZVD se concentró en tratar de utilizar las
instituciones judías segregadas para desarrollar un espíritu nacional judío.
Cuanto más apretaban los nazis las tuercas a los judíos, más convencidos
estaban los dirigentes sionistas de que era posible un trato con los nazis.
Después de todo, razonaban, cuanto más excluyeran los nazis a los judíos de
cualquier aspecto de la vida alemana, más necesidad tendrían del sionismo para
ayudarlos a desembarazarse de los judíos. El 15 de enero de 1936 el Palestine Post ofrecía un asombroso
informe:
“Hoy, el Ejecutivo de la Federación Sionista
de Alemania ha hecho una valiente demanda, a saber, que su organización sea
reconocida por el gobierno como único instrumento para el exclusivo control de
la vida alemana judía”.
En Alemania ocurrió como en Italia: la dirigencia
sionista buscó el apoyo del régimen para el sionismo y resistió al comunismo;
en ninguno de los dos países se la podría considerar parte de la resistencia
antifascista.» […]
«Antes de los nazis, el sionismo para los alemanes
judíos no era más que un culto político burgués aislado. Mientras los
izquierdistas trataban de combatir en las calles a los camisas pardas, los
sionistas estaban ocupados recolectando dinero para plantar árboles en
Palestina. Repentinamente, en 1933, este pequeño grupo se imaginó a sí mismo
como ungido por la historia para negociar secretamente con los nazis, para
oponerse a la gran masa de judíos del mundo que querían resistir a Hitler, y
todo con la esperanza de obtener el apoyo del enemigo de su pueblo para la
construcción de su Estado en Palestina. Smolar
y otros sionistas críticos consideraban que la ZVD era básicamente cobarde, pero estaban muy
equivocados. Ninguna teoría de la rendición explica nada sobre la evolución del
racismo sionista anterior a Hitler, y tampoco sobre la aprobación de la WZO
a esta postura. La verdad es más triste que la cobardía. El hecho liso y llano
es que los sionistas de Alemania no se consideraban a sí mismos entreguistas
sino, más bien como posibles socios en un pacto propio de estadistas. […] No
combatieron a Hitler antes de que llegara al poder, cuando aún había una
oportunidad de derrotarlo, y no fue por cobardía, sino por su propia y profunda
convicción, que habían heredado de Herzl, de que el antisemitismo no podía ser
combatido. Dado su fracaso en resistir durante Weimar y dadas sus teorías
raciales, era inevitable que terminaran como los chacales ideológicos del
nazismo.»
Y un dato que habla hasta qué punto de coordinación
habían llegado las relaciones entre las SS y los sionistas de la Organización
Sionista Mundial: «La SD
comenzó a tener un activo interés en los asuntos sionistas en el extranjero
desde 1934. SS-Untersturmführer von Mildenstein del Abteilung II/112-113
fue enviado a observar el 19º Congreso Sionista en Lucerna en el verano de
1935, formando parte de la delegación alemana judía. SS-Hauptscharführer
Eichmann, también del Abteilung II/112-113, también fue enviado a observar el
20º Congreso de 1937.