|
Nathan Birnbaum |
«Nathan Birnbaum,
quizá el primer intelectual sionista —él fue quien acuñó el término “sionismo”
en 1890—, recogió el razonamiento donde Hess lo había dejado:
“No se puede explicar una
particular distinción mental y emocional de un pueblo si no es por medio de las
ciencias naturales. “La raza lo es todo”, dijo nuestro gran compatriota lord
Beaconsfield [Benjamin Disraeli]. La
singularidad del pueblo procede de la singularidad de la raza. La variedad de
razas explica la gran diversidad de naciones. La diferencia entre las razas es
la razón por la que el alemán o el eslavo piensa de manera diferente al judío.
Esta diferencia es la que explica por qué los alemanes crearon el ‘Cantar de
los Nibelungos’ y los judíos la Biblia.”
Para Birnbaum, ni el lenguaje ni la cultura, sino
solamente la biología, podían explicar el ascenso de las naciones; de otra
forma no se podía explicar la existencia de la nación judía cuya progenie
estaba inmersa en diversas culturas nacionales y hablaban diferentes lenguas.
[…] Cuando en 1899 Houston Stewart Chamberlain publicó su famosa obra racista The Foundation of the Nineteenth Century,
Birnbaum se mostró comprensivo con ella, rechazando solamente la errónea
posición antisemita del pensador británico. Los judíos no eran una “raza
bastarda” como sostenía Chamberlain; realmente habían conservado su linaje
casándose solamente entre ellos y, además, eran una parte integral de la raza
blanca.»
|
Max Nardau |
Una relación aparece desde el principio entre en
sionismo y el nazismo, que después se van a desarrollar ideológica y
políticamente. El sucesor de Theodor Herzl en la Organización Sionista
Mundial el escritor Max Nordau,
a pesar de estar casado con una mujer cristiana y haber bautizado a sus hijos
era un marcado sionista racista.
|
Edouard Drumont y
la primera plana de «La
Libre Parole» |
En una entrevista concedida a Édouard Drumont ,
editor y director del periódico rabiosamente antisemita “La Libre Parole” de París,
Nordau manifestó: “El sionismo no es una
cuestión de religión sino exclusivamente de raza, y no hay nadie con quien yo
esté en mayor acuerdo en este punto que el señor Drumont.”
Los sionistas, a diferencia de la mayoría de judíos
emancipados o asimilados, aceptaban la idea racista de que los judíos son un
pueblo que estaba en países extraños entre gentes extrañas con las que no se
podían asimilar. El único país para los judíos era el de sus “antepasados”,
Palestina. Aquí, los sionistas estaban totalmente de acuerdo con los
antisemitas. Los sionistas estaban también de acuerdo con los antisemitas en
que la mezcla de razas y los matrimonios mixtos eran malignos, no sólo en el
plano religioso y cultural, sino por la mezcla de sangre, la raza debía
conservarse pura.
A seis años de haber finalizado la segunda guerra
mundial, el historiador judío Bruno Blau se atrevió a escribir estas líneas en
una revista mensual política alemana: «Por
muy extraño que parezca, el Estado de Israel tiene una deuda de gratitud por
los doce años que duró el “milenario Reich” de Hitler, porque sin el potencial
antisemita de los nazis nunca las Naciones Unidas habrían decidido su apoyo
para un estado judío en la
Palestina árabe.»
|
Benjamin Disraeli |
«Como se ha señalado, Disraeli fue probablemente el más
influyente en la difusión de ciertas nociones generales acerca de la raza judía
que cualquiera de los teóricos de la raza descritos en las secciones
anteriores. [...] Antes de Gobineau, Disraeli afirmó que las civilizaciones
declinan debido a la mezcla de razas, y como Gobineau, creía en razas
superiores e inferiores. Despreciaba lo que calificó de “ esa perniciosa doctrina de los tiempos modernos, la igualdad natural
del hombre.” […] El escritor
francés judío Julien Benda
informó que entre sus conocidos judíos a finales del siglo “había algunos
magnates, financieros y no hombres de letras, en los que la creencia en la
superioridad de su raza y en la sujeción natural de los no pertenecen a ella,
era visiblemente soberana.
Del mismo modo, una serie de políticos judíos de izquierda en Francia albergaba
un sentido de su particular valor o destino como judíos para ser líderes
políticos, a lo que consideraban como su “derecho a gobernar”.»
Disraeli afirma este apotegma: “Todo es raza —dice su superhombre Sidonia — no
hay otra verdad.»
|
Julien Benda |
«La resolución 3379 de la Asamblea General
de la ONU,
aprobada el 10 de noviembre de 1975 por 72 votos a favor, 35 en contra y 32
abstenciones, equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid
sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola como una
forma de discriminación racial. “… la paz y la cooperación internacionales
exigen el logro de [...] la eliminación del colonialismo y el neocolonialismo,
[...] del sionismo, del apartheid y de la discriminación racial en todas sus
formas.”»
Bruno Blau, “Der Staat Israel im Werden” [El Estado de Israel en
formación], Frankfurter Hefte,
diciembre 1951.
Julien Benda (1867-1956), filósofo y escritor francés, partidario
del intelecto comprometido y del racionalismo. A Benda ahora se lo recuerda
sobre todo por su breve libro de 1927 “La trahison des Clercs”, una obra de
cierta notoriedad en su día. El título de la traducción al inglés fue The Betrayal of the Intellectuals (‘La
traición de los intelectuales’), si bien “La traición de los doctos” habría
sido más exacta. Este ensayo polémico argumentó que los intelectuales franceses
y alemanes en los siglos XIX y XX habían perdido a menudo la capacidad de
razonar desapasionadamente acerca de los asuntos políticos y militares, y se
convirtieron en apologistas del nacionalismo vulgar, guerrerista y el racismo.
Benda reservó sus críticas más duras para sus colegas franceses Charles Maurras
(1868-1952) y Maurice Barrès (1862-1923).
Albert S. Lindemann, Esau’s Tears:
Modern Anti-Semitism and the Rise of the Jews. Cambridge: Cambridge University
Press, 2000, pp. 90-91.