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Vladimir
Jabotinsky en Roma (1900) |
Jabotinsky desde muy joven fue un admirador de Italia
y de la historia y los símbolos del Imperio Romano. Durante tres años, entre
1898 y 1900, estudió derecho romano, procedimiento, economía política y
estadísticas en la
Universidad de Roma.
Hablaba el italiano tan fluidamente y sin ningún acento que parecía un
verdadero “hijo de la Loba”.
Paradójicamente, adoptaría el nombre hebreo de Ze’ev (en hebreo, ‘lobo’).
Hay algo que hoy los sionistas ‘laboristas’ y
‘progresistas’ tratan vanamente de ocultar. Y es que su tristemente célebre Haganah, enfrentada al Irgún
en la década de 1940 por razones más coyunturales que ideológicas, fue formada con la intervención de
Jabotinsky, el líder de la ultraderecha sionista, entre marzo y abril de 1920.
Jabotinsky fue el primer comandante de la Haganah
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Jabotinsky con su
uniforme de la Legión
Judía del ejército británico durante la primera guerra
mundial |
«En 1923, Jabotinsky retornó a la ahora recelosa WZO
como opositor de extrema derecha a la dirigencia, determinado a “revisar” la
postura de la
Organización y acusando a Weizmann por no demandar la
reconstitución de la Legión Judía. También
había visto cómo Churchill separaba Transjordania del “Hogar Nacional” judío de
Palestina y, cuando la WZO
aceptó con reluctancia la decisión de Churchill, Jabotinsky lo acató por mero
sentido de la disciplina, pero desde ese momento la reivindicación del
territorio de Jordania como eternamente judío se convirtió en una idée fixe de su nuevo programa: “Un lado
del Jordán es nuestro, y así también lo es el otro”. Así dice la Shtei Gadot,
la canción con la que comúnmente se identifica al movimiento revisionista.
Jabotinsky nunca compartió la cándida ilusión de que
los palestinos algún día darían la bienvenida a la dominación extranjera de su
país. En un momento en que Ben Gurión
y sus amigos todavía pensaban que podrían convencer a las masas palestinas de
aceptar el sionismo como algo beneficioso, Jabotinsky desarrolló su propia y
rotunda tesis en un artículo titulado “El muro de hierro (nosotros y los árabes)”,
escrito en 1923:
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Jabotinsky
rodeado de miembros del Betar en 1919. Todos llevan sus uniformes del ejército
británico utilizados durante la
Gran Guerra |
“La colonización sionista
se debe terminar o implementar contra los deseos de la población nativa. Esta
colonización puede, por tanto, continuar y desarrollarse sólo bajo la protección
de una fuerza independiente de la población local, un muro de hierro que la
población nativa no pueda romper. Esta es, al completo, nuestra política hacia
los árabes. […] Una reconciliación voluntaria con los árabes está fuera de
cuestión ahora o en el futuro cercano.”
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Primera Partición
de Palestina. Arriba puede verse el mapa del Mandato Británico en 1920. El mapa
inferior muestra el territorio en 1922 partido en dos con la zona de
Transjordania en el este, un emirato inventado por Winston Churchill en abril de
1921 |
Jabotinsky no dejaba de ridiculizar a los dirigentes
sionistas que hablaban de paz mientras pedían la protección del ejército
británico y que ponían sus esperanzas en un gobernante árabe (el candidato
favorito era Faisal de Iraq) que negociara con ellos por encima de los
palestinos e impusiera a los nativos la presencia sionista mediante una
bayoneta árabe. Jabotinsky repetía una y otra vez que sólo habría una manera de
lograr un Estado sionista:
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Afiche del Irgún
reclamando como legítimo todo el territorio de Palestina (incluyendo la Transjordania). |
“Si quieres colonizar una
tierra en la que hay un pueblo habitando, debes procurar una guarnición militar
para esa tierra, o encontrar algún “hombre rico” o benefactor que provea una
guarnición de tu parte. De lo contrario, hay que cejar en el empeño, porque sin
una fuerza armada que convierta en físicamente imposible cualquier intento de
destruir o evitar esta colonización, la colonización es imposible, no ‘difícil’
ni ‘peligrosa’, sino ¡IMPOSIBLE! […] El sionismo es una aventura
colonizadora y en consecuencia se mantiene o cae por la cuestión de la fuerza
armada. Es importante […] hablar hebreo, pero, desafortunadamente, es aún más
importante ser capaz de disparar, a menos que estemos hablando de jugar a la
colonización.” […]
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Tapa del libro de
Eran Kaplan, “La derecha radical judía: El sionismo revisionista y su legado
ideológico”. |
En 1935, un periodista comunista judío se encontró a
Jabotinsky a bordo de un barco hacia estados Unidos y le hizo una entrevista.
El artículo de Robert Gessner en el New
Masses
se convertiría en la comidilla de los estadounidenses judíos:
“Dijo que hablaría con
franqueza, de manera que quedaran claros los postulados revisionistas. […] «El
revisionismo», comenzó, «es ingenuo, brutal y primitivo. E salvaje. Sal a la
calle y coge a cualquier hombre —un chino— y pregúntale qué quiere, y te dirá
que el cien por cien de todo. Igual que nosotros. Queremos un imperio judío.
Igual que el italiano o el francés en el Mediterráneo, queremos un imperio
judío»”. […]
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Betarim en un campamento
de entrenamiento militar en Varsovia (Polonia), septiembre de 1938 |
A mediados de los años veinte, Jabotinsky había
logrado atraer a algunos antiguos laboristas sionistas que se apartaron
totalmente de sus antiguos camaradas y adoptaron a Mussolini como héroe. En
agosto de 1932, en la Quinta Conferencia
Mundial Revisionista, Abba Achimeir y Wolfgang von Weisl,
líderes de los revisionistas de Palestina, propusieron a Jabotinsky como Duce de su facción de la WZO, lo que éste rechazo de
plano, aunque las contradicciones que fueron surgiendo entre él y su propias
filas, cada vez más profascistas, se resolvieron con un acercamiento de
Jabotinsky a estas posiciones. Sin abandonar su retórica liberal previa,
incorporó los conceptos de Mussolini a su propia ideología y raramente criticó
a sus seguidores por sus ataques de tipo fascista, defendiéndolos contra los
laboristas y los británicos sionistas. […]
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Otra foto de los
betarim en Varsovia, septiembre de 1938, donde pueden verse a militantes de
ambos sexos |
En su forma clásica, el Betar
eligió a su Rosh Betar (‘Cabecilla
del Betar’ o jefe), siempre Jabotinsky… Cuando el betarí común y corriente se
ponía su camisa parda, podía ser perdonado si pensaba que era un miembro del
movimiento fascista y que Jabotinsky era su Duce.
Desde el comienzo, los revisionistas consideraron a la
clase media como su clientela, y albergaron un odio profundo hacia la
izquierda. […]
“La esencia del comunismo
consiste en agitar e incitar a las naciones orientales contra el dominio
europeo. Este dominio es, a sus ojos, “imperialista” y explotador. Yo, en
cambio, creo y pienso que el dominio europeo los civiliza, pero eso es una
cuestión incidental y no forma parte del asunto. Una cosa está clara: el
comunismo incita y debe incitar a las naciones orientales y esto puede hacerlo
solamente en nombre de la libertad nacional. Les dice y debe decirles: vuestras
tierras os pertenecen a vosotros, y no a ningún extranjero. Así es como debe
hablar a los árabes y a los árabes de Palestina. […] Para
nuestros pulmones sionistas, el comunismo es un gas sofocante y así es como
debéis tratarlo.” […]
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Niñas y
adolescentes uniformadas del Betar en Polonia, 1935 |
En exacta imitación de los fascistas italianos, los
revisionistas se oponían tanto a las huelgas como a los cierres patronales,
considerando la huelga como el peor de los crímenes:
“… y tanto las huelgas como
los cierres patronales (así como el boicot al trabajo judío) deben ser
declarados traidores al inetrés del sionismo y reprimidos por todos los medios
morales y legales a disposición de la nación.”
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Una formación
militar del Betar en Berlín en 1936. Los rostros y posturas evidencian la
presencia nazi |
Los revisionistas no estaban dispuestos a esperar a
tomar el poder del Estado para derrotar a sus rivales laboristas. Achimeir, su
dirigente en Palestina (a Jabotinsky le estaba prohibido residir en Palestina
por disposición del Alto Comisionado, luego de las provocaciones revisionistas
que habían conducido al estallido árabe de 1929), publicó sin disimulo su Yomen shel fascisti (Diario de un
fascista) en su periódico. Achimeir tenía su equivalente de los squadristi italianos, la Brith HaBiryonim… e incitó a
los jóvenes revisionistas para la batalla final contra los sionistas
laboristas:
“debemos crear grupos de
acción; para exterminar físicamente a la Histadrut;
son peores que los árabes.”
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Jabotinsky
inspecciona a una agrupación de betarim en Nueva York en 1940. Los uniformes
son idénticos a los utilizados por las juventudes hitlerianas |
En ese momento, los sionistas en Palestina, amparados
por la Histadrut,
expulsaban a miles de árabes de sus trabajos estacionales en las plantaciones
de naranjos mientras los fascistas revisionistas caían sobre la propia
Histadrut. Pero a diferencia de los trabajadores árabes, que aún carecían de la
dirigencia necesaria para defenderse, la Histadrut estaba bien organizada. Y tras una
serie de fuertes enfrentamientos, incluida una batalla decisiva en Haifa, el 17
de octubre de 1934, cuando 1.500 laboristas sionistas arrasaron el cuartel
general revisionista e hirieron a docenas de fascistas, la campa revisionista
se aplacó. En las filas de la
Histadrut se anhelaba responder a los ataques fascistas
cargando sobre el enemigo y aplastándolo, pero la dirigencia laborista no
deseaba combatir al fascismo en Palestina ni en ninguna otra parte, y los dejó
escapar de la derrota por miedo a que una batalla seria alienara las simpatías
de la clase media sionista en la diáspora.»
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Un billete de 100
sheqalim emitido por el Banco de Israel en 1979 con la imagen de Jabotinsky |
Y algo más de Jabotinsky, padre fundador de la derecha
israelí. En 1923 escribió que «… la
colonización se explica por sí misma, y lo que implica lo entiende plenamente
todo judío y todo árabe con dos dedos de frente. No puede existir más que un
único propósito en la colonización. Para los árabes del país, ese propósito es
en esencia inaceptable.»
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Cuadros del Betar
en Bielsk (Polonia) hacia 1930. En el centro puede verse a Menajem Beguin (con
lentes) en ropas de civil |
El ideario político de Abba Achimeir revela su
concepción sionista revisionista maximalista que en algunos casos supera en
intransigencia a los propios nazis y fascistas. Stein Ugelvik Larsen
registra estas palabras de una declaración de Achimeir de 1930 cuando aún no se
avizoraba que los nacionalsocialistas de Hitler pudiesen tomar el poder en
Alemania:
“No son las masas lo que
necesitamos, sino las minorías. Queremos educar a la gente para el ‘Gran Día de
Dios’ (la guerra o la revolución mundial), así estarán preparadas para seguir
al líder ciegamente hacia el peligro más grande. No es un partido sino una
Orden, un grupo de particulares [la gente], dedicados y sacrificados a sí
mismos por la gran meta. Ellos estarán unidos en todo, pero sus vidas privadas
y sus medios de subsistencia son asuntos de la Orden. La disciplina de
hierro, el culto al líder (en el modelo de los fascistas), dictadura.”
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Durante una
revista militar del Betar en Varsovia (Polonia) en 1938, Menajem Beguin se
cuadra y saluda a su jefe Jabotinsky. |
En consonancia con todo esto, en 1934, las juventudes
sionistas revisionistas de Jabotinsky, mientras lanzaban piedras contra los
escaparates de los periódicos judíos de izquierda opuestos al sionismo y al
nazifascismo, gritaban esta consigna registrada por Yakov M. Rabkin
entre otros: “¡Alemania para Hitler, Italia para Mussolini, Palestina para
Jabotinsky!”.
El historiador y arabista francés de origen judío
Maxime Rodinson (1915-2004) recuerda el testimonio de Leo Dennen, en su libro
“Donde termina el ghetto”:
«... la juventud aristocrática judía
gritaba, desfilando con camisas marrones, al mismo tiempo que apedreaba los
vidrios de los periódicos judíos de izquierda: «¡Alemania para Hitler!, ¡Italia
para Mussolini! y ¡Palestina para nosotros!, ¡Viva Jabotinsky!»
Habría que mencionar aquí que, por sus
simpatías y afinidades con el nazifascismo, David Ben Gurión llamó a
Jabotinsky, “Vladimir Hitler”.
Veremos más adelante porqué a Ben Gurión habría que llamarlo “David Caín”.