Desde el mismo momento del
surgimiento del movimiento sionista nació un virulento conflicto entre los principios
del judaísmo y el nacionalismo del sionismo político. Contra la lectura tribal
de la Biblia, que ha servido para disfrazar de pretextos religiosos el
nacionalismo y el colonialismo del sionismo político de Theodor Herzl, y, más
tarde, del Estado de Israel, se han levantado los judíos que veía en esta
empresa política una maniobra para usufructuar la tradición de la fe judía.
Rufus Learsi resume
la primera reacción de las organizaciones judías europeas al mensaje de Herzl: «Las importantes organizaciones judías
europeas de Europa Occidental —la Alianza Israelita Universal de Francia, su rama
austríaca, la
Israelitische Allianz, la Asociación para la Colonización Judía
de Londres— se opusieron... Los Macabeos, una sociedad de intelectuales judíos
de Londres, escucharon a Herzl cortésmente, pero con frialdad». Mientras
que ciertos rabinos ortodoxos manifestaban su oposición, «los que se oponían con mayor ardor eran los rabinos reformados todos
ellos... Los judíos —afirmaban— no son una nación y no deben tratar de serlo».
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Rabí Isaac Wise |
En el momento mismo en que
era fundado el sionismo político en el Congreso de Basilea, en 1897, la Conferencia de
Montreal, el mismo año, a propuesta del Rabí Isaac Meyer Wise , la
personalidad judía más representativa de las Américas a la sazón, votaba esta
moción, que marcaba la oposición radical entre las dos lecturas, tribal o
universalista, de la Biblia:
«Desaprobamos totalmente toda iniciativa
tendente a la creación de un Estado judío. Intentos de este género ponen de
relieve una concepción errónea de la misión de Israel que, de un campo político
y nacional estricto, ha sido ampliada para la promoción, en la humanidad
entera, de la religión liberal y universalista que los profetas judíos fueron
los primeros en proclamar... Nosotros afirmamos que el objetivo del judaísmo no
es ni político ni nacional, sino espiritual, y que se encarga de acrecentar la
paz, la justicia y amor a los hombres. Aspira a una época mesiánica en la que
todos los hombres reconozcan pertenecer a una sola y grande comunidad para el
establecimiento del Reino de Dios en la Tierra.»
También en 1897, L’Univers Israelite, principal órgano
comunitario judío de Francia, daba cuenta del eventual impacto del proyecto
sionista sobre la población palestina y planteaba cuestiones desasosegantes: «Herzl ha olvidado decirnos qué pensaba
hacer con la población árabe de Palestina: ¿deberá retirarse ante la marea de
recién llegados? ...o, al contrario, ¿será autorizada a permanecer en sus
hogares? ...¿se la considerará como extranjera en el país donde ha nacido? Pero
entonces la despojaréis de su nacionalidad y la condenaréis a la intolerable
suerte de la que queréis librar a los judíos de algunos países de Europa. Si,
por el contrario, decidís, como es justo, que no haya ninguna diferencia de
trato entre los antiguos y los nuevos habitantes... no habréis fundado un
Estado judío.».
Igualmente, los sabios
judíos de Europa Oriental se opusieron firmemente a los intentos sionistas de
secularizar el Judaísmo. Uno de sus mayores representantes, Zadok de Lublin, cuando
hizo un viaje a Palestina, escribió estas líneas que no dejan lugar para las
dudas de su profundo sentimiento antisionista: «Jerusalén es la más excelsa de las cumbres y hacia ellas se dirigen
los corazones de Israel... Pero temo que mi viaje y ascenso a Jerusalén puedan
parecer un gesto de de aprobación de la actividad sionista. Ansío la presencia
del Señor, mi alma ansía Su palabra, y que llegue el Día de la Redención. Espero
y me mantengo atento a la aparición de Sus pies ungidos. Pero aunque
trescientos azotes de hierro me aflijan, no me apartaré de mi lugar. No
ascenderé para beneficio de los sionistas.»
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Rabí Sonnenfeld |
«Hay gran desaliento en Tierra Santa —escribe el
rabino Joseph Chaim Sonnenfeld (1848-1932)—, porque estos hombres perversos que niegan al Único del mundo y su
sagrada Torah han proclamado con mucha publicidad que está a su alcance
apresurar la redención del pueblo de Israel y reunir a los dispersos que están
en todos los rincones de la tierra.». Cuando Theodor Herzl entró en
Palestina en 1898, agregó: «el mal entró
con él, y aún no sabemos lo que tenemos que hacer contra los destructores de la
totalidad de Israel, el Señor nos asista». «El rabino Sonnenfeld habitualmente se
refería a los sionistas como hombres perversos y rufianes.»
Mucha gente cree que el sionismo es un fenómeno unicamente judío. Sin embargo, la ideología sionista casi se extendió antes entre cristianos que entre judíos. Hoy en día, existen millones de cristianos sionistas, sobretodo en EEUU (país de gran fervor religioso, donde abundan las sectas) aunque también en Latinoamérica. Estos cristianos Evangélicos son más fanáticos pro-israel que muchos judíos. En este video nos proponemos analizar el poder del lobby sionista cristiano en la actualidad, y repasar la historia de este movimiento, y su relación con la reforma protestante, el colonialismo del siglo XIX y el expansionismo norteamericano.
Walter Laqueur, A History of Zionism. London: I. B. Tauris, 2003, p. 410.